POÉTICAS PERSONALES: GERARDO SIFUENTES
A Gerardo Sifuentes lo descubrí leyendo Visiones periféricas, una de las primeras antologías a las que tuve acceso donde figuraba literatura de ciencia ficción hecha en México, libro que me llevó después a la trilogía Más allá de lo imaginado, donde él aparece en el tercer volumen.
Gerardo es tamaulipeco como otro grande de la cifi nacional, Federico Schaffler, aunque me parece que reside en Puebla desde algún tiempo, lugar donde también estudió ingeniera industrial y donde se ha dedicado al peridismo de ciencia. Incluso, es colaborador de la revista de divulgación científica de la UNAM: ¿Cómo ves?, donde debo confesar que siempre quise publicar ahí (en el apartado para colaboraciones de los lectores), pero nunca logré mandar algo que me pareciera interesante.
Gerardo fue becario del FONCA y ha sido reconocido en diversos certámenes, entre ellos el premio Kalpa, uno de los primeros premios de cifi de México, o el 3er Premio Internacional vid/mecyf de Ciencia Ficción y Fantasía, donde obtuvo un 1er lugar por Pilotos infernales.
Éste último, recientemente reeditado por el FCE, está teniendo una segunda vida y es un libro de cuento de cifi que abona al catálogo de cuento cifi nacional. Otro de sus libros, Paracosmos, lo edita Paraíso perdido y pudieran ser, según yo y otros lectores, cuentos en la onda weird.
Así que mejor ustedes vayan y descúbranlo por su cuenta y que sus lecturas sean felices.
〰
¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?
Cuando era niño mi papá tenía muchos libros en casa, desde best sellers hasta enciclopedias, así que el librero en la sala (que junto con el equipo de sonido eran el Internet de entonces) fue mi entrada a la lectura.
¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?
Creo que en el fondo fue el sentido de la fascinación que te despierta cuando llegas al clímax de una lectura, cuando se resuelve el misterio de la historia, cuando el chiste recurrente vuelve aparecer y te ríes, con los finales inesperados. Me gusta caer en esa especie de trance que sólo la lectura te puede provocar, caer en ese “embrujo”. Dice Alan Moore que la ficción es como magia; son las palabras del autor las que se apoderan de la mente de los lectores y les provoca un efecto a distancia, tus historias son también hechizos que influyen en las personas.
¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?
La primera novela de CF que leí fue Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Estaba disponible en el librero familiar, de una edición en español de Plaza & Janés, y me llamaba mucho la atención la portada, que muestra a un feto dentro de un engrane, la cual es una imagen poderosa e impresionante para un niño de doce años. Al final lloré.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?
No, yo solo disfruto del acto de leer. Siempre he desconfiado de quienes romatizan la lectura, llevándolo al escabroso terreno de la superación personal, aquello de pensar que leer te hace mejor persona y “te lleva a otros mundos” y cursiladas así. En perspectiva, con las tareas cotidianas, del hogar y del trabajo, la familia y los compromisos sociales, no hay suficiente tiempo para leer. Quienes leen como si fuera una competencia, acumular el mayor número de lecturas para que todos los demás se enteren y obtener validación con likes, no se distinguen de quienes toman cursos para leer rápido; quieren competir, convirtiendo el acto de leer en una especie de superioridad moral absurda. Cuando eres lector en la vida real, te das cuenta que el poco tiempo que dispones para leer es muy valioso, así que prefiero aprovecharlo en vez de recurrir a frivolidades o rituales, perder momentos acomodando el libro para obtener una mejor foto y enterar a todo el mundo de lo que estoy leyendo.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?
Soy de los que tienen lecturas simultáneas, ya sabes, un par de libros al lado de la cama, otros en el escritorio, otro en el morral de viaje. Una amiga me regaló el libro con las entrevistas a J.G. Ballard, Para una autopsia de la vida cotidiana, una lectura que me parece tenía mucho tiempo pendiente. En la Feria del Libro de León me encontré a Héctor G. Santarriaga, y me intercambió su novela gráfica Hermanos, que es ciberpunk a tope. También cayó en mis manos una antología de cuentos de ciencia ficción de un autor joven, Daniel Centeno, Los robots contarán nuestras historias. De regreso terminé, por fin después de años de tenerla pendiente, la traducción al español de The Hellbound Heart, de Clive Barker, el texto que dio pie al universo de Hellraiser.
En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?
Creo que la claridad y sencillez de la obra de Kurt Vonnegut. Podría mencionar Desayuno de campeones como la piedra angular de mi predilección por este autor, una vez que lo leí ya nada fue igual.
¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?
Ya mencioné que Un mundo feliz fue el arranque del idilio con la CF, pero fueron las antologías de los Premios Hugo de Editorial Roca las que me sacudieron la cabeza. También me tocó una época donde la televisión y el cine estaban en una gran momento de producciones de cf, fantasía y terror, anglosajonas en general, así que le saqué provecho, consumí cantidades ingentes de materia audiovisual. Las series de antología como Dimensión desconocida y Tales from the Crypt me hicieron mucho daño en la adolescencia, y pronto empecé a imaginar historias que pudieran encajar dentro de esos moldes. También tuve la oportunidad de ver Blade Runner y Akira en videocasete, entre tantos otros títulos. Ayudó bastante que un grupo de compañeros de preparatoria, quienes jugaban Dungeons & Dragons, me compartieron sus novelas gráficas, ejemplares de la revista Heavy Metal, los Metabarones de Jodorowsky, libros de Moebius. Nunca me gustó la escuela (católica), pero al estar empapado de todas esas lecturas, me ayudó a sobrevivir en esa época tan angustiante.
¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?
Kilgore Trut, el personaje recurrente en la obra de Vonnegut, quien es una suerte de anti héroe, un fascinante alter ego del autor.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?
Hablaré en concreto de mi primera publicación, que fue a los 21 años, un cuento que se titula Hora de vender, publicado en la antología Más allá de lo imaginado III (1994), de Fondo Editorial Tierra Adentro, con selección y notas de Federico Schaffler. Ese cuento obtuvo mención honorífica en el Premio Puebla 1993, y fue parte de una camada como de seis cuentos que escribí ex profeso para participar en el concurso. Claro que me siento muy distante de esa época, y el cuento ya no es de mi agrado, la verdad, aunque le tengo cariño porque me abrió muchas puertas. Creo que, aunque no estaba conciente de lo que hoy sé sobre la ciencia ficción, apliqué por instinto el procedimiento de imaginar un escenario alternativo donde la tecnología y la sociedad tienen un encuentro en el futuro. Este es el dato curioso: había leído en una revista Muy Interesante un artículo donde se hablaba de una tecnología, que entonces era una promesa del futuro, llamada realidad virtual. Para el futuro, decían, se desarrollarían trajes de cuerpo completo que harían más directa la experiencia mediante el tacto. El cuento narra lo que ocurre inesperadamente en una empresa de RV para adultos. Esto fue en 1991, y ahora, treinta años más tarde, todavía es una promesa sin concretar al 100%, por mucha publicidad que le hagan al Metaverso. Lo que nunca pensé en aquel momento, es que en 2004 me integraría al equipo editorial de Muy Interesante, donde permanecería hasta 2019, y donde pude usar la ciencia ficción como herramienta del periodismo de ciencia.
Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?
Lo dejaría igual, no soy nostálgico ni me arrepiento de nada. Así como está cumplió con lo que esperaba de este al participar en el Premio Puebla. Nunca imaginé que me llevaría hasta este momento, en el siglo XXI, en una plática para una revista mexicana de ciencia ficción.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?
No, pasa lo mismo con el tiempo de lectura, apenas hay momentos para hacerlo, así que aprovecho lo que esté disponible. Escribo borradores, muchos, tantos que hasta escribí un libro de poemas con los párrafos que más me gustaron (el cual no sé si se publique algún día).
¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo
editorial?
Como mencioné, la publicación de mi primer cuento me abrió las puertas al
mundo de la ciencia ficción mexicana. Pero fue gracias a una colección de
ciencia ficción y género negro que lanzó Times Editores, del maestro José Luis
Trueba, por recomendación de Bernardo Fernández, Bef, que pude publicar mi
primer libro de cuentos, Perro de Luz. Ya había ganado concursos y menciones
con algunos de los cuentos incluidos, así que fue cosa de reunirlos y
editarlos. Por entonces no estaba seguro si me quería dedicar de lleno a
escribir, y al año de su publicación estaba haciendo mis pininos como copywriter para una agencia de branding.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?
Quienes hemos usado inteligencia artificial con fines profesionales, sabemos que esta no es otra cosa que una herramienta sobrevalorada, con expectativas infladas por gurús y gente que nunca la ha usado. Si, puede hacer un buen trabajo de forma eficiente, es magnífica para muchas tareas, para editar libros incluso, pero el elemento humano es imprescindible. Ya existen demasiados libros basura hechos con IA en Amazon, pero curiosamente son libros que no suelen ser adquiridos por gente que en verdad le gusta leer. Ahora en las ferias del libro los booktubers tienen más filas de gente que los autores, así que podría pensar que si al menos uno de ellos pudiera escribir un buen best seller (ya los hay, pero me refiero a un best seller con auténtica literatura), sería un combo interesante
Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?
Creo que nunca he escrito con eso en mente, yo solo quiero pasármela bien, no me detengo a pensar en ello.
¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?
Con que me lean y se la pasen bien me daré por bien servido. Tu ego debe estar insoportable si escribes pensando en ello. Como hubiera dicho Ruben Bonet, a lo más que uno puede aspirar es a convertirse en un escritor de culto, pero escribir con eso en mente ya refleja un problema de origen.
¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?
Recupero un dicho de mi querido Francisco Haghenbeck (QEPD): no pidas permiso, no te arrepientas. Y que se consiga un buen trabajo.
〰
Comentarios
Publicar un comentario