POÉTICAS PERSONALES: ANDREA MADRUEÑO

 

Conocí a Andrea Madrueño con alguna de sus múltiples publicaciones en Penumbria o Cósmica Fanzine. Después alguien me comentó que ella se autodenominaba bruja y psicoterapeuta, especializada en las artes oscuras de la teoría psicoanalítica. Y es muy cierto porque sus cuentos tienen algo de una oscuridad que debe ser develada poco a poco, con la precaución de quien se adentra en territorios donde reside una energía silente que trastoca todo. 

Andrea, desde que la sigo, encadena publicaciones en antologías especializadas en el cuento de horror, weird y en los demás géneros especulativos que muestran una realidad oculta tras la realidad aparente, pero sobre todo lejos de modas de escritura o de las tendencias actuales en la escritura hecha por las mujeres. Y sin embargo, su prosa es eminentemente femenina, atravesada por una feralidad de quienes son capaces de dar y quitar vida. 

Anima también talleres donde combina su profesión psicoanalítica con el entramado de la ficción. Pero sobre todo se ha constituido en referente de una nueva camada de escritoras mexicanas que están inaugurando nuevos derroteros en la literatura fantástica, fuera de los senderos de la tradición y las buenas costumbres, escrituras desafiantes que exploran los misterios del alma, la perversión que consume a los humanos, el mal desde su origen o el poder de aquello que subyace como un estrato que siempre ha sido desdeñado. Así ella va haciendo una obra que rompe dicho velo y que no tiene miedo de penetrar el corazón más profundo del mundo. 

 Por lo tanto, los invito a descubrirla y que su lectura sea maravillosa.

¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Desde que era muy pequeña aprendí a leer y fue amor a primera vista con los libros. Yo era una niña muy introvertida y en la escuela muchas veces llegaba al punto de preferir tirarme en un rincón a leer, en lugar de convivir con mis compañeros. Se podría decir que en mi caso la frase “volar con la imaginación” era algo literal, porque al momento de abrir un libro podía perderme por horas en las historias.

 

¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Como comentaba, desde que tengo memoria los libros han sido una especie de refugio para mí. Aún ahora de adulta, al momento de abstraerme en la lectura el mundo desaparece por un momento, y eso es algo que algo que, viviendo en un lugar caótico como la Ciudad de México, agradezco mucho.

 

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

 Afortunadamente leer para mí nunca fue una imposición y siempre fue una especie de aventura o juego. Recuerdo con muchísima emoción los primeros libros que descubrí y se convirtieron en mis favoritos siendo niña. Eran de la colección “El Barco de vapor” y uno en especial me mataba de risa cada que lo leía, se llamaba La bruja Mon, de la autora Pilar Mateos, aún conservo ese libro como un tesoro muy especial de la infancia.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

La verdad puedo leer donde sea y como sea, en la calle, en transporte, en parques, cafés, en mi casa, etc. Soy una lectora algo compulsiva y si un libro me ha atrapado, no lo suelto hasta el final.

 

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Otra de mis peculiaridades (o vicios) es que usualmente leo varios libros a la vez y siempre ando alternando tres o cuatro libro al mismo tiempo. Actualmente leo a muchas autoras de géneros fantásticos y de terror, porque también tengo un proyecto llamado “Aquelarre de escritoras”, en el que imparto talleres de apreciación literaria para difundir la obra de autoras. Estos días estoy releyendo a Layla Martínez, con su genial novela Carcoma, que anteriormente ya había leído de forma digital, pero que acabo de conseguirla en formato físico. También estoy volviendo a leer los Cuentos reunidos de Adela Fernández, a propósito de un círculo literario que estoy preparando. Además, por puro gusto estoy leyendo Necropolitana, de Bernardo Esquinca, porque soy fan de su saga Casasola.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Leer a autoras y especialmente escritoras de terror, ha sido fundamental para mi proceso de escritura. Desde contemporáneas como Mariana Enríquez y Samantha Schweblin, hasta señoras oscuras de la literatura mexicana como Amparo Dávila, Inés Arredondo, Guadalupe Dueñas y Adela Fernández. En general he tenido una etapa de sentir mucha afinidad por autoras mexicanas y latinoamericanas, admiro su narrativa porque tiene agudeza para describir el horror que acecha en lo cotidiano y los espacios íntimos. En cuanto a autoras anglosajonas, podría citar a Shirley Jackson como una de mis principales inspiraciones, porque me obsesiona la literatura de casas encantadas.

 

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Se puede decir que mis gustos son medio tétricos, porque me siento cercana al género de terror y sus tonalidades oscuras. Soy psicóloga clínica y psicoanalista, el interés por lo siniestro o lo unheimlich como concepto lo desarrollé hace años cuando estudiaba una maestría en terapia psicoanalítica y ese fue el tema de mi tesis. Considero que tengo una especie de radar para detectar cierta extrañeza en situaciones ordinarias o familiares, y me gusta explorar esa ominosidad en la escritura.

 

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

 Quizá no citaría a un personaje en especial, sino a una combinación de voces femeninas que percibo en las autoras que actualmente leo. Son escritoras que en muchos sentidos se encuentran haciendo una reescritura de la literatura gótica, pero con personajes femeninos muchos más ricos y complejos, que no representan el estereotipo de damisela en desgracia, sino mujeres fuertes que con mucha crudeza retratan violencia y temas incómodos. Es el tipo de personajes que podemos encontrar en cuentos como los de María Fernanda Ampuero o Mónica Ojeda, por mencionar algunas.

 

¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

Ocurrió en un taller literario, porque antes yo solo escribía artículos y ensayos académicos, me consideraba más lectora que escritora. Siento que llegué algo tarde a la escritura de ficción y tuve que vencer el complejo de impostora para animarme a compartir mis cuentos en un grupo.  

 

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

De hecho, el primer cuento que escribí lo guardé en un cajón, mejor dicho, dejé el archivo con la primera versión de ese texto reposando en la computadora, porque no me encontraba satisfecha con el resultado. Hasta que años después, me animé a rescatar ese mismo cuento para pulirlo y mandarlo a una convocatoria, resultó una grata sorpresa que fue seleccionado para ser incluido en una antología de la que estoy muy orgullosa, porque mi cuento se encuentra acompañado por los textos de otras autoras a quienes admiro mucho.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

Me la paso haciendo anotaciones en una libreta y también en el celular, de cosas o situaciones que llaman mi atención, como disparadores creativos para posibles historias. Cuando ya tengo definida una idea, suelo hacer trabajo de mesa e investigo sobre el tema que deseo retratar, definiendo los personajes y realizando escaletas. Es un proceso laborioso, pero al final también hay que aceptar que por más planeaciones que hagamos, los cuentos son como una alfombra mágica te llevan por donde quieren y las ideas iniciales, muchas veces terminan muy distintas en el resultado final.

 

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Aún no cuento con un libro publicado, así que como tal no estoy en el mundo editorial. Pero puedo decir que a partir de que me animé a publicar mis primeras historias, el proceso de ser incluida en antologías y revistas ha sido una experiencia muy grata que me ha ayudado a conectar con una comunidad increíble de autoras, autores y lectores, que tienen intereses literarios similares a los míos. Estoy muy agradecida con proyectos como las revistas Penumbria, Especulativas, Exocerebros y otras, que dan espacio y visibilidad a autoras como yo.

 

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

Es difícil para mí predecir algo concreto sobre el futuro del mundo de la edición. Pero a título personal deseo que sigan apareciendo espacios y proyectos especializados en promover la obra de autoras. Sé que mucho se ha hablado de un “boom” de escritoras en el mundo editorial actual, pero considero que aún queda mucho por hacer para resarcir el injusto olvido al que estuvieron sometidas por décadas con respecto del canon literario.

 

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Espero que en tanto México y como en Latinoamérica continúen surgiendo proyectos independientes que apuesten por literatura no mimética y ficción especulativa, deseando eventualmente tener la oportunidad de publicar una colección de cuentos y seguir conectando con lectores que disfruten estos géneros.

 

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

Me gustaría que mi legado sea compartir la pasión por las letras, y continuar difundiendo la obra de autoras y autores que me vuelan la cabeza. A partir de los círculos literarios que organizo puedo decir que transmitir la emoción de leer ciertos textos y ver los rostros de sorpresa de quienes los descubren por primera vez, no tiene precio. También me encantaría contribuir de algún modo a que jóvenes o niños vivan la magia de convertirse en lectores. En mi opinión, la lectura no es un buen hábito, sino una especie de vicio que quisiera contagiar o inducir en personas de todas las edades.

 

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Recomendaría que sean amables consigo mismos y con el ritmo que cada quién tiene para encontrar su propia voz en la escritura. Es importante ser conscientes de que aunque es muy disfrutable, escribir también puede ser arduo y debemos ser pacientes, a la vez que constantes. Quizá no escribamos algo maravilloso la primera vez que lo intentemos, pero si no desistimos, vamos por buen camino. Muchas veces cuando me he propuesto escribir una historia en un inicio me siento a luchar un buen rato conmigo misma y mis propias limitaciones, pero a partir de intentar contarla de distintos modos, editarla mil veces y pulirla, he obtenido grandes aprendizajes. También es recomendable y sano tallerear los textos, siempre cuidando que la retroalimentación que recibamos sea en términos respetuosos, pero es muy bueno tener apertura para escuchar las opiniones y recomendaciones que otras personas nos puedan dar. Por último, diría que para escribir es indispensable leer mucho y consumir ávidamente contenido que pueda inspirarnos. Al final, el amor por los libros y el entusiasmo por descubrir nuevas narrativas es lo que más ha enriquecido mi propio proceso de escritura. 


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