POÉTICAS PERSONALES: DAMIÁN NERI


Damián Neri se ha convertido en uno de los autores jóvenes de la literatura especulativa emanada desde México más recurrentes en las redes sociales de la actualidad. Sin embargo, lo conocí primero como ilustrador/artista plástico, con una obra que presentaba una sirena varada en la popa de un barco y en el fondo otros barcos inmensos semejantes a portaviones. En ese momento leía yo fantasía y mitología sobre sirenas, y la imagen era evocadora y ciertamente triste.

Posteriormente, empecé a seguirlo cuando se propuso a pintar con acuarela o en digital, como un ejercicio de estilo, a cien personas que le mandaran una foto. Produjo algunas de colegas (la mía no 😓) y después comenzó a vender su obra en el afamado Jardín del arte de San Ángel. 

Pero más recientemente, he visto que su narrativa ha comenzado a tener prioridad dentro de su producción artística, logrando incluso una Mención Honorífica en el legendario Premio Puebla de Ciencia Ficción y Fantasía. También, algunos de sus cuentos comienzan a abrirse al mundo, en traducción al inglés, como en la revista The deadlands

Los invito, estimados lectores, a darse la oportunidad de descubrirlo y de compartirlo con todos sus allegados. Que sus lecturas sean felices.

 

 ¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Cuando tenía unos once años, tuve la fortuna de que mis padres compraran una colección de libros. Incluía física, geografía, historia y otros temas, y los consultaba con frecuencia. Mi favorito era uno de astronomía de National Geographic. Además, cerca de casa de mis padres, en Villahermosa, hay una biblioteca, donde comencé a leer con más frecuencia. Los primeros libros que leí allí, durante la secundaria, fueron de pseudociencia, y los temas que encontré despertaron mi interés por el mundo natural y los límites de nuestro conocimiento. El libro que más consulté era uno gordo sobre cultura popular. Luego me acerqué a los libros de ciencia, a un par de estantes de los de pseudociencia.

 

¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Cuando me aceptaron en la universidad para estudiar física, mi mamá me regaló una laptop. Descargué libros de Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, Philip K. Dick, Cordwainer Smith, entre otros. Me sentaba en el suelo con la laptop y leía sin parar. Mi mente se expandió como nunca antes, sobre todo al leer a Dick, que me generó también mucha paranoia. Esas historias, llenas de sentido de maravilla, me envolvieron por completo. Así descubrí la ciencia ficción. Desde allí comencé a leer con más frecuencia.

 

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

El primer libro que leí por elección propia fue de pseudociencia. Trataba sobre la idea de que las civilizaciones antiguas portaban conocimientos ahora olvidados. También incluía aliens, por supuesto, como si los humanos no pudieran realizar obras complejas sin ayuda externa. Me atrajo esa narrativa de que hay cosas más allá del conocimiento aceptado, que el mundo es más complejo e interesante que lo que observamos todos los días.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

No tengo rituales al respecto. Antes leía en el transporte o caminando, sosteniendo el libro/kindle/teléfono con el brazo extendido. Ahora escucho más los podcasts de Clarkesworld y Lightspeed u otros que me gustan, y casi siempre leo antes de dormir.

 

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Estoy leyendo El idioma de los dragones, de Paula Rivera Donoso, escritora chilena de fantasía y una de mis autoras favoritas. He leído otros dos libros de cuentos de ella y me ha sorprendido su lenguaje poético y emotivo, y su capacidad para crear historias conmovedoras que se sienten como un abrazo fuerte en tiempos caóticos. Además, estoy leyendo cuentos dispersos en muchas revistas, para tener un mayor panorama de lo que se escribe en español y en inglés y nutrirme de ello.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Leo un montón de cuentos, porque es también lo que quiero aprender a escribir mejor. No es sorpresa que mis principales influencias sean cuentistas. Me asombraron los cuentos de Margaret Atwood por su caracterización de personajes y creación de atmósferas, los de Cordwainer Smith por su mezcla de fantasía y ciencia ficción, los de Cixin Liu por su inagotable sentido de la maravilla, los de Greg Egan por su brillante extrapolación de ideas científicas. Pero los que más han impactado mi visión del mundo son los de Ted Chiang y Ken Liu, sobre todo por su capacidad para desarrollar una idea de manera profundamente humana y conmovedora. Es lo que quiero en mi vida y es también lo que quiero en mi ficción.

 

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Escribo mayoritariamente ciencia ficción, pero también fantasía y últimamente algo de terror. La ciencia ficción se siente como la elección natural para explorar ideas inscritas en la visión materialista del mundo, y también aquellas que se conectan con mis intereses sobre la naturaleza de la consciencia, las emociones humanas, lo mal llamado “sobrenatural”, y aquello que está fuera del conocimiento aceptado del materialismo pero que sigue siendo parte de la naturaleza. No me interesa el realismo, salvo en la medida de que especular sobre mundos posibles y volverlos tangibles mediante las palabras también es realismo. Además, esas fueron las historias que conocí durante un periodo de transición traumático y emocionante como fue mudarme de ciudad, lejos de mi familia, para estudiar física en la universidad.

 

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

Martel, el protagonista del cuento Los Observadores viven en vano, de Cordwainer Smith. A man who has been killed and left alive for duty”. La mayoría del tiempo, Martel no posee sentidos además de la visión, no percibe sus respuestas fisiológicas y eso hace que tenga que observarse constantemente, en caso de peligro. En el cuento, seguimos su relación con su esposa y su labor, que es esencial para que la Humanidad viaje entre las estrellas, al arriba y el afuera. Pronto nos enteramos de la tragedia que representa ser un Observador, que Smith construye de manera brutal, y cómo su labor se vuelve en vano a causa de una nueva tecnología que hace prescindibles a los Observadores. Es la historia de una tragedia derivada del cambio tecnológico, pero la tragedia ya existía desde el comienzo. Es un cuento al que vuelvo de vez en vez, para aprender a construir mejores personajes, más memorables, y uno de los ejemplos más brillantes que conozco en la ficción sobre los efectos de la tecnología en la condición humana.

 

¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

Subí a la azotea de casa de mis padres y comencé a dar vueltas en círculos alrededor de un tinaco de agua, sumergido en mis pensamientos. Unas 300 vueltas después, el cuento se había formado en mi mente. Entré a la habitación de mis padres, porque en ese entonces aún no tenía una habitación propia, me senté frente a mi laptop y comencé a escribir. He intentado este método otras ocasiones, aunque no siempre con resultados, pero hay algo en el movimiento repetitivo que hace que las ideas fluyan.

 

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

No lo reescribiría. Fue lo que pude hacer con las herramientas que tenía. Durante diciembre de 2009 y octubre de 2014 escribí 97 historias, desde microficciones a dos novelas cortas. Las publicaba en un viejo blog y a los pocos lectores que tenía parecían gustarles. Fue una persona muy distinta quien las escribió, y con el tiempo las fui percibiendo como malas, o al menos muy inmaduras. No quiere decir que ya haya madurado mucho, pues aún hay demasiado que quiero/necesito aprender. Cada una de esas viejas historias representa aprendizajes importantes, aunque algunas, con el tiempo, he decidido corregirlas para darles vida nueva. Ahora escribo más lento, pienso más sobre lo que quiero decir con mi ficción y corrijo más, y me sigo divirtiendo mucho y aprendiendo nuevas herramientas narrativas, sólo que ahora de forma más consciente.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

Creo que mi único ritual es leer muchas decenas de cuentos por cada cuento que escribo. Leo por gusto, por supuesto, pero además enfoco mis lecturas al tipo de cuento que quiero escribir en ese momento, ya sea para ver lo que otras personas han escrito, cómo lo han hecho, qué tiempos verbales y personas narrativas usan, si experimentan con la forma, y qué les ha salido bien y lo que puedo aprender de ello.

 

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Aún no he publicado libros, sólo cuentos en revistas y antologías digitales y en papel, así que no sé en qué medida existo en el mundo editorial. Mi primer cuento publicado fue en 2010 en la extinta revista NM, del argentino Santiago Oviedo. En 2014, la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde estudié, me publicó un cuento en un libro al obtener mención honorífica en un concurso. Hasta apenas este año, un cuento mío fue publicado en una revista en inglés. Podría decir que aún estoy entrando al mundo editorial.

 

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

En México y Latinoamérica apenas es una industria naciente, si la comparamos con España o Estados Unidos. Han surgido editoriales geniales como Casa Futura, Odo y Trazos de Aves. La mayoría de la ficción especulativa se publica en revistas, y muchos también optan por la autopublicación. Especulativas, Imaginarias, Penumbria, Espejo Humeante, entre otros, forman parte de los proyectos destacables que, poco a poco (y ahora de forma acelerada), van llenando los nichos de la ecología cada vez más diversa de la literatura no mimética. RAM se los puede mostrar con los registros y estadísticas de su sitio cifi.mx. Incluso el taller de escritura del que soy parte, el Gran Colisionador de Textos Especulativos, con su antología “Mundos en Colisión, Vol. 1”, de la que fui coeditor, forma parte de esos proyectos que difícilmente pudieron existir hace apenas pocos años. Siento que el principal reto es conectar con nuevos lectores, porque a veces parece que somos los mismos autores quienes nos leemos entre nosotros, y aun así tampoco lo suficiente.

 

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Con el surgimiento de más editoriales y el crecimiento de las ya existentes, creo que intentaré publicar colecciones de cuentos. Como necesitan ser inéditos (diferente a lo que se hace en el mercado anglosajón), iré guardando textos para esas colecciones, y pensando más en términos de proyectos cohesivos y coherentes. Espero que publicar libros, y no sólo cuentos sueltos en revistas, atraiga más lectores.

 

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

Quiero escribir historias que sean significativas para mí. Con fortuna, esas historias resonarán con otras personas y desencadenarán nuevas historias en sus mentes, o aportarán sentido de maravilla y esperanza a la manera en que perciben el mundo, incluso si escribo sobre mis preocupaciones existenciales.

 

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Isabel Yap escribió bastante bien en su entrevista sobre los pasos a seguir: escribe, termina de escribir, edita y manda tus textos para su publicación. Carmen Macedo Odilón, en su artículo “¿Cómo publicar?”, del #7 de Cuentística, también hizo énfasis en la necesidad de ser autocríticos con nuestra ficción, valorar lo que hacemos, y ser conscientes de las opciones de publicación que existen. La recomendación más fundamental que se me ocurre es: lee lo que quieres escribir. Alguien ya ha escrito algo similar, o que parte de necesidades similares, y hay mucho que puedes aprender de ello, tanto en contenido como en forma. Y, sobre todo, diviértete con lo que escribas. Plasma allí tus esperanzas y tus miedos, y construye con palabras un hogar que se mantendrá en pie hasta mucho después de que hayas partido de este mundo.

 

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