POÉTICAS PERSONALES: JOSÉ LUIS RAMÍREZ

 


Confieso que no conozco a José Luis Ramírez, pero quisiera hacerlo. No dudo que tendríamos charlas interesantes. 

Lo que sí conozco de José Luis es su escritura en la vertiente del cyberpunk, en la que yo mismo me he aficionado desde mi lectura de Burning chrome de Gibson y después de su excelente novela Neuromancer, que a muchos nos sumergió de lleno y para nunca salir en el mundo del silicio y los bits. 

La primera vez que lo leí fue en Visiones Periféricas Antología de Ciencia Ficción Mexicana compilada por Editorial Lumen. Ahí le leí Hielo, su cuento con el que se hizo acreedor del Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción en 1998. El relato tiene esa prosa contundente, un tanto telegráfica (¿será mejor líneas de comando?), eléctrica, y el personaje es un vaquero de la red, un Johnny Mnemonic echando mezcales en una cantina. 

Desde que lo contacté para que respondiése la entrevista POIESIS, he estado leyendo sus otros cuentos disponibles en la red. Se pueden encontrar aquí: cuentos.  

Han sido varias semanas de lectura apasionada que me ha permitido descubrir que José Luis es un escritor con una pluma prodigiosa y una imaginación fantástica. 

Así que los invito, queridos lectores, a descubrirlo también. Que sus lecturas sean felices.

 

¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Honestamente no recuerdo un momento de descubrimiento, siempre he creído que me convertí en un lector voraz desde que supe cómo hacerlo; pero no tengo memoria de mis primeras lecturas.

 

¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Estoy casi seguro que fue la disponibilidad; en casa siempre hubo libros, enciclopedias y colecciones variopintas (duda semanal, sepan cuantos, origen planeta); aunque también leía fuera de casa, historietas con mis primos o cuando iba yo a la peluquería, revistas en la sala de espera de algún consultorio. Para leer, sólo me hace falta una oportunidad, nunca necesité una razón en particular.

 

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

No sé si fue por elección propia, pero recuerdo mucho el formato (tipo novela gráfica) de una edición de El Lazarillo de Tormes, me llamó mucho la atención el tipo de trazo, porque no se parecía a ninguno de los dibujos infantiles a los que estaba acostumbrado.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

Tengo una manía, y es que nunca dejo un libro sin terminar, no importa si el texto es terriblemente malo o tremendamente complejo; si comienzo lo acabo, aunque me odie a mi mismo en el ínter, que ha pasado. Aparte de eso, pongo en mis pendientes cualquier libro que me obsequien o que algún conocido llegue a recomendar, también intento leer al menos un libro semanal y los dos últimos años, me he esforzado por mantener una cuota autor/autora y de novela/cuento/ensayo.

 

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Ahora mismo estoy terminando la trilogía del Mar Quebrado de Joe Abercrombie, decidí leerla porque alguien me habrá recomendado Medio Rey en cuanto salió y hasta hace unas semanas llegué a él en mi fila de pendientes; me gustó tanto que puse los otros dos hasta arriba de mi lista, intercalándolos con los otros para cumplir mi cuota; así que al mismo tiempo comienzo con el primer tomo de El diario de talavera, de Agustín Madrigal y estoy atorado con Hay otros mundos: Antología de colonización espacial, que son cuentos de varios autores pero antologados por Rocío Stevenson.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Las Metamorfosis, de Ovidio; La comedia, de Dante; Paraíso Perdido, de Milton; Neuromancer y Quemando Cromo, de Gibson; así como los cuentos completos de Phillip K. Dick y La Naranja Mecánica, de Burgess. Uno solo, imposible. Ya es bastante quitar a Asimov, Bradbury, Clarke y Niven, no dígamos a B. Traven, Cortazar, Nietzche, Rulfo, Sade y todos los del Beat, el Boom y la Onda. No estoy exagerando, de todo lo que escribo no creo que encuentre algo que no esté inspirado en uno, otro, o la mala combinación de varios de ellos. Y eso sin contar las artes plásticas y escénicas o el cine, ni a los autores que he ido descubriendo recientemente y comienzan a influir también en mis trabajos subsecuentes.

 

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Quisiera decir que vocación, pero casi seguro que fue al revés, me obligué a formarme en ciencias e ingeniería por el gusto que la ciencia ficción me provocó a través del cine, la tv, los cómics y los libros. Cuando descubrí que no era mera fantasía, sino que podía conseguirse a través de la tecnología me voló la cabeza.

 

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

Satanás, en el Paraiso perdido; Alex, en La naranja mecánica; Case, en Neuromante; o el ser que se descubre máquina y no hombre en los cuentos de Dick. Siempre el anti-héroe, la caída en desgracia, el listillo que al final termina perdiendo, pese a lograr su objetivo, más si se encoje de hombros y le da igual. ¿Cómo ha sido? Sabe. Supongo es más asumirse como cínico que invertir la narrativa, deconstruir al villano, o hacer hacia atrás el viaje del héroe.

 

¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

La respuesta más honesta es imitación, una compañera de la secundaria escribía un fanpic con nosotros como personajes y yo decidí hacer la mía. Con resultados muy pobres de mi parte, por cierto.

 

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

No escribiría un fanpic, mejor esperaría a mi segundo intento, cuando por primera vez conté una historia; el relato no tenía nada de “original” pero era mío. Y aunque me alegro que se haya perdido sin ver nunca la luz, no le cambiaría nada porque fue el momento en que me supe capaz de construir un mundo y desarrollar personajes para expresarme.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

No, a menos que aventarse sin paracaídas cuente como técnica. En serio, más bien tengo una rutina, sentarme todos los días con la computadora en el regazo y abrir el procesador de palabras con una página en blanco. A veces hay una idea sobre la que intento construir algo y cuando no, me obligo a desarrollar un tema. Nunca hago escaletas ni llevo un libro de notas. Es sólo sentarme a escribir, si luego de un rato no hay nada, pues apago y me voy a ver una pelí o a leer algo, jugar un rato o distraerme de algún modo. Pero es más bien raro que no escriba, lo común es que no me guste lo que escribo y acabe yo por borrarlo.

 

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Creo que no ha sucedido aún, ni creo que sea necesario a estas alturas. Me explico, en 1995 fundé el fanzine Fractal con Gerardo Sifuentes y Caín Kuri que eran mis compañeros en el Tecnológico; Sifuentes me presentó a José Luis Zárate y Gerardo Porcayo, y gracias a ellos conocí a Adriana Alfaro, Alberto Chimal, Aldo Alba, Andres Tonini, Blanca Martínez, Bernardo Fernández, H. Pascal, Libia Castro, Gabriel Trujillo, Gonzalo Martré, Gerardo de la Torre, Ignacio Padilla, Jorge Chipulí, Miguel Ángel Fernández, Miguel Méndez, Pepe Rojo, Salomón Bazbaz, et al. Todos, además de escribir, editaban fanzines, revistas o libros en los que incluían mi trabajo o lo reseñaban. Para entonces mis cuentos estaban publicados en varias antologías incluídas Visiones Periféricas y Los mejores cuentos mexicanos y aunque había ganado el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción, mi contacto con las editoriales no pasaba de ir a recoger ejemplares de cortesía y a veces ni eso, entonces, cuando vi que ninguna se interesaba por mis relatos en lo individual dejé de intentarlo y volví al circuito de autopublicaciones, blogs, concursos, fanzines y revistas.

 

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

Por algún tiempo pensé que la industria editorial estaba condenada como los videoclubes y las tiendas de discos, pero luego de ver el caso de Penguin Random House creo que me equivoqué vílmente. No entiendo cuál es el negocio de imprimir millares de copias que se quedan en bodega y de las que no llegan a venderse ni 50 ejemplares, mucho menos ese ritmo de exigir novedades de todo tipo, todo el tiempo, pero distribuyendo y publicitando sólo ciertos autores o títulos en determinades ciudades. Sigo creyendo que no es sostenible pero ya no estoy tan seguro de que vaya a explotar algún día esa burbuja; también, quiero pensar que hay un lugar para ediciones independientes con una curaduría y producción más cuidados, que aprovechen la tecnología para una distribución más allá de su ámbito local y su público cautivo.

 

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Estoy seguro que no, permanecer al margen de la industria me da esa certeza.

 

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

Siempre he tenido claro que escribo únicamente para ser leído, personalmente me es suficiente con saber que además de su lectura consiga despertar alguna emoción en el lector; pero, si hablamos de legado, me gustaría que la obra inspire a compartirse o a crear algo más a partir del relato.

 

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Que busque inspiración en otras partes y lea a otros autores, en serio, aún si descubre un estilo propio con el que se siente cómodo, que siga explorando, siempre; soy un convencido de que es sólo a través de la observación y la experimentación que pueden hacerse algo trascendente.


 

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