POÉTICAS PERSONALES: RAQUEL CASTRO
Siempre estuvieron ahí. Tanto mi padre como mi madre eran maestros, lo mismo que mi abuelo y muchos de mis tíos, así que la casa en la que crecí estaba llena de libros. Mi mamá, además, se especializó en Literatura, y daba clases de Lectura y redacción. Leer, en mi casa, era parte de la vida y me acuerdo que antes de los cuatro años me moría de ganas de aprender a leer para poder ser “independiente”, ja. Es decir, leer todo lo que quisiera sin que tuviera que depender de que otros lo hicieran por mí.
¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?
Que es
divertido. Mi mamá se divertía, se emocionaba, y de pronto nos leía pasajes en
voz alta o nos contaba lo que había avanzado de su lectura en turno. Mi papá
era fan entonces de las novelas de misterio y detectives y se súper clavaba. Yo
quería vivirlo también.
¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?
Recuerdo mucho un libro que se llamaba Enriqueta, la estufita o algo así. Ilustrado, con un formato muy mono. Y
había sido de mi mamá cuando era niña. Lo quise leer porque me daba curiosidad
saber qué leía mi mamá cuando tenía mi edad (a pesar de que ella me lo había leído
mil veces). Y es que no es lo mismo que te lo lean a que lo leas tú.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?
No, me
encantaría decir que hay un sillón o algún momento del día o un soundtrack,
pero la verdad es que leo cuando puedo y donde puedo.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?
Estoy leyendo Los sefaradíes de ayer y de hoy, de Richard Ayoun y Haim Vidal Séphiha
(pequeñas biografías de judíos sefaraditas) y En Auschwitz no había prozac,
de Edith Eger. Y estoy escuchando La bailarina de Auschwitz, también de Edith
Eger. Como verás, me interesa mucho la cultura judía. Y ando con los libros
sobre bienestar mental porque creo que siempre pueden tener algún tip que sirva
de algo. Justo en estos momentos no estoy leyendo literatura como tal.
En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?
Son varios: pero
los principales Elena Fortún, escritora española de libros para niños; Ephraim
Kishon, humorista judío; y Jean Ray, autor de cuentos de terror. De alguna
manera formaron mi gusto y creo que mi mayor placer al escribir es combinar las
tres influencias en un solo texto.
¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?
Realmente no lo
sé. Simplemente pasó.
¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?
Supongo que
Celia, el personaje más lindo de los creados por Elena Fortún. Empieza en el
primer libro como una traviesísima niña de 7 años y en el último libro ya es
adulta -sin dejar de ser pícara e imaginativa. Me parece un personaje muy verosímil
y entrañable y me gustaría que otras personas piensen eso mismo de los que hago
yo.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?
El primerísimo
texto que me publicaron fue una reflexión sobre el temblor de México del 19 de
septiembre de 1985. Lo publicó el 19 de septiembre de 1986 una revista de
meditaciones diarias que se llama El aposento alto y me pagaron 10 dólares.
Mi mamá me ayudó a darle forma para que quedara presentable. Muchos años
después, me basé en la misma vivencia para hacer una novela que se llama “lejos
de casa”. Creo que necesitaba contar mi susto con el temblor y como en ese
entonces estaba muy apegada a la iglesia y estábamos suscritos a esa revista,
mi mamá me dijo: “escríbelo y lo mandamos, a ver si pega”. Y pegó.
Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?
No creo en hacer
las cosas distintas, creo que todo lo que hacemos (incluidos los errores) van
formando lo que somos después. Pero habría estado bien seguir escribiendo de
forma constante después de ese texto en vez de esperarme años.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?
Me gusta hacer
mucha “preproducción”: que cuando empiece a escribir un cuento o novela ya tenga
claro el argumento base, las biografías de los personajes, la idea general del
mundo narrado, los esquemas de relaciones entre personajes, etcétera. Prefiero
escribir en mi compu, pero con libretas y post-its a mano. Y suelo tener un
soundtrack específico para cada proyecto.
¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?
Tuve dos
ingresos en falso: el del texto que ya conté antes y la publicación de un
librito que escribí cuando estaba en la secundaria (esa fue autopublicación,
aunque no idea mía, sino de mi mamá y de una de mis tías). Ninguna de esas
cuenta en realidad. Luego escribí un tiempo en revistas de rock y de cultura
digital, pero creo que eso tampoco cuenta. La de verdad fue cuando terminé mi
primera novela, Ojos llenos de sombra. La mandé al concurso Gran Angular de
Literatura Juvenil y ganó el premio, que incluía la publicación. Ahí sí empecé
a escribir de forma constante.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?
Me gustaría
pensar que va a haber más libros que se impriman on demand, y que incluso las
editoriales “grandes” verán la ventaja de eso, en vez de hacer tirajes que no
logran distribuir. También permitiría bajar costos por ahorro en bodegas,
traslados, aduanas… Por lo demás, no imagino cambios muy radicales, la verdad.
Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?
No, realmente no
lo creo.
¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?
Yo pienso que
hasta los autores más populares y los más talentosos (que no siempre son los
mismos) serán olvidados tarde o temprano, así que no me siento cómoda con ideas
como “inmortalidad”, “legado”, “memoria”. Al menos no en un plan
transgeneracional. A mí me haría feliz que alguien que empiece leyendo alguno
de mis libros siga una vida lectora e invitando a otras personas a leer; pero
escribir es como tirar una botella al mar y lo cierto es que no hay forma de
saber a quién llega lo que escribes y cómo impacta en su vida. Así que me quedo
con la idea de hacer lo mejor que puedo con las herramientas que tengo…
cualquier satisfacción adicional, será ganancia.
¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?
Que escriba sin detenerse a pensar quién va a publicarlo o qué pensarán los lectores o cómo lo recordará el futuro… y que lea, que lea mucho. También, que disfrute el proceso y que tenga paciencia. Vivimos muy a las carreras y siempre con la mirada fija en el porvenir -nos haría mucho bien ser más conscientes del presente e ir paso a paso.
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