POÉTICAS PERSONALES: J. P. MEDINA



Descubrí a J. P. Medina en las redes como últimamente suceden todos los buenos descubrimientos. Antes no quería ni acercarme a ellas, pero ahora que sucumbí, me he hundido por una agujero de conejo que me ha revelado un mundo nuevo y extraño, a veces demasiado extraño para mis sensibilidades, pero que definitivamente me ha abierto la conciencia. 

A J. P., si mal no recuerdo, comencé a seguirlo porque seguía a otros que empezaba yo a seguir y porque un día subió un cuento que leí mientras esperaba a una persona con la que me había quedado de ver, misma que se estaba tardando más de lo habitual. También creo que nos une una afición a Murakami y los libros de la serie de La Rata.

El cuento, que me transportó de inmediato a un lugar de mi infancia, me dejó encantado y hasta agradecí el retardo de mi compañera. 

Pero antes de contarles del cuento, déjenme decir que Jonatán Pável Medina estudió en el Centro de Artes Audiovisuales, en Guadalajara, Jalisco, donde tallereó narrativa con Gerardo Oviedo, Laura Solórzano o Carlos A. Alatriste Montiel, entre otros, y que algunos de sus cuentos y poemas se han publicado en Penumbria, Monolito o Página en blanco. 

Él, como muchos en esta trayectoria de la creación literaria, hace sus pininos en el ciberespacio donde basta googlear su nombre para hallar su obra. 

El cuento que me acompañó aquel día es Somos muñecos de barro y se los recomiendo ampliamente. 

En el cuento, un equipo de filmación que tiene por trabajo filmar la destrucción de un pueblo, San Hipólito, es el único testigo del prodigio de la resurrección de los muertos, todos ellos oriundos de aquella villa que se perderá bajo la inundación causada por la presa nueva y que lo borrara para siempre, un pueblo perdido en el tiempo y para el tiempo, un no lugar barrido por un diluvio humano. Es un cuento que contrapone el progreso con la tradición, que tiene algo de apocalipsis zombie y bíblico, algo de Juan Preciado bajando a Comala en busca de su padre, los muertos que preceden a los vivos en la vida eterna, indolora y gozosa. 

Me hizo recordar la situación real de Temacapulín, en Cañadas de Obregón, en los altos de Jalisco. Ahí, desde los dos miles, el pueblo ha sido asediado por su final de agua, la inundación de toda la cañada por la presa El Zapotillo. 

Mi familia, oriunda de Cañadas, todavía hace su convivio anual en el balneario Las Peñitas, a la entrada de Temacapulín, y eso ha sido así desde la década de los cincuenta. Familia proveniente de todo el estado, e incluso emigrada a E. U. A. regresando para convivir y conocernos, reconocernos en nuestra cuna, y la pregunta que nos asedia; ¿hasta cuándo?

Y eso es lo que me parece genial de los cuentos de J. P., esa familiaridad que crean en el lector, con los detalles que vuelven a la narrativa algo vivo. Dice Daniela L. Guzmán, reseñando en Goodreads Postales del más allá: "[J. P.] tiene una gran habilidad para darle vida a sensaciones muy específicas que de alguna manera saben a la infancia...Su retrato de todas estas cosas me pareció cercano: me hizo sentir que de verdad estaba volviendo a vivir algunos momentos similares de mi vida. Por ello, creo que tiene un gran ojo para la cotidianidad y para aquellos momentos en que la cotidianidad se rompe y algo más mágico se desliza entre sus pliegues."

Eso mismo sucede con la lectura de ese libro, Postales del más allá, donde los objetos cotidianos cobran una potencia y la magia se inserta en la realidad mundana. El slipstream, quizá, donde nuestro mundo se descose en los bordes y nos da un atisbo, acaso efímero, de su realidad oculta, ese misterio inenarrable.

Los conmino, queridos lectores, a leer más de J. P. Su tono desenvuelto, su manejo lúdico del lenguaje (lean la entrevista) y esa cercanía que nos atrapa y nos da un vuelco cuando menos lo esperamos, valen la pena. 

Que sus lecturas sean felices.

¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Voy a ser muy sincero contigo, Dany; mi cabeza es un aparatejo simple y obsoleto para eso de las remembranzas. Las pocas memorias que conservo de tantísimo tiempo atrás están mezcladas (estamos hablando de casi treinta años) y no tienen un orden cronológico. Recuerdo los libros de primaria, las famosas lecturas de la SEP ¿te acuerdas tú? Las fábulas y las canciones y los cuentos y las coplas. El conejo de la luna, El piojo y la pulga y La zorra y la garza. También recuerdo las historietas del pato Donald, las de Educando a papá y hasta las de Lorenzo y Pepita en el suplemento dominical del periódico. Recuerdo todas esas cosas pero sin un orden específico. Como un montón de recortes en el suelo de revistas viejas.

Pero si bien no sé exactamente el "cómo", en cambio sí que sé muy bien el "quien": mi 'amá. Mi 'amá fue quien me acercó a la lectura. Ella me leía desde pequeño y cuando aprendí a leer por mi cuenta entre ella y mi 'apá se aseguraron de que nunca estuviera falto de libros. Leía en todos lados, hasta en el baño. Mi 'amá luego me regañaba porque incluso en el desayuno estaba pegado a la caja de cereal leyendo el contenido nutricional. Todas-las-mañanas. Hasta en día de escuela.


¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Por un tiempo mi familia se estuvo moviendo aquí y allá por todo el país cuando yo era un niño. Por lo tanto, y aunque no me resultaba muy difícil hacer amigos en ese entonces, no llegué a entablar una conexión lo suficientemente fuerte con alguien más de mi edad como para pasar el tiempo jugando allá afuera en la calle. La televisión fue entonces mi primera forma de entretenimiento. Luego los videojuegos. Y entendí, con estas dos, lo mucho que me gustaban las historias. Me gustaba que me contaran historias. Sin importar el medio. Me gustaba Dragon Ball, me gustaba Scooby Doo, me gustaba The legend of Zelda, me gustaba El Principito (libro al que, como toda mi generación, también fui expuesto). Y cómo no tenía llenadera, mis padres, como ya he mencionado, me consiguieron libros para que me estuviera en paz. Miguel y el dragón, de Elizabeth Heck y La nave inter-intra de Isaac Díaz Risco, por decir unos cuantos.

Nunca pensé que aquello fuera algo distinto a ver la televisión o jugar videojuegos. No creo que pudiera llamarme lector en ese entonces ahora que lo pienso. Si me daban a elegir entre un libro y un cartucho de SNES habría elegido sin pensarlo el segundo. Pero tampoco lo rechazaba. Hubo incluso una temporada en la que llegué a pedir varios libros de terror. Eran los 90s y en el canal cinco pasaban Le temes a la oscuridad. De seguro te acuerdas. Yo estaba fascinado por esa serie. Me aterraba y al mismo tiempo me divertía un chingo. Y así llegaron a mis manos algunas obras de la colección Macabro: El árbol de la horca, de Homero Mutil; y La noche del vampiro y La traición del vampiro, del autor Denis Coté. Algunos también de R.L. Stine. Estaba extasiado.

  

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

Voy a hablar de mi experiencia con el primer libro siendo ya adolescente porque de niño casi casi me daba igual lo que me cayera a las manos.

¿Qué me atrajo del primer libro? El título, definitivamente. Lo confieso: yo era bien pinche enamoradizo en esa etapa y para acabarla de amolar estaba en la secundaria. Cada año escolar, por ejemplo, me gustaba una niña distinta y yo suspiraba y me inventaba historias de amor y las escribía y ahí quedaba la cosa porque no me atrevía a confesarme. Creo que en el fondo me gustaba más el acto mismo de estar enamorado que consumar el hecho.

En fin, era por ahí del año 2000 o 2001 y el periódico Público, del grupo Milenio, había traído para sus suscriptores la colección Las 100 joyas del milenio, del mundo. Eran, como su nombre lo indica, cien obras imprescindibles del último milenio según los estándares de quienes los habían publicado. Ahí estaban Julio Verne, Patricia Highsmith y hasta Honoré de Balzac. Mi padre pensó que sería buena idea tener algunos cuantos y llegamos a reunir un buen puñado.

Y ahí, entre ellos, se encontraba un pequeño libro de cubierta color rosa salmón con una pintura de una playa en óleo: El primer amor, del escritor ruso Ivan S. Turguéniev. Era breve, fácil de leer y tenía una historia de amor frustrado.

Me hizo pedazos.

  

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

Me he dado cuenta que cada vez que tomo un libro (ya sea física o digitalmente) la experiencia es distinta. Con algunos sólo leo de noche, con otros mientras viajo en transporte público y unos más hasta cuando voy al baño. Dependiendo también del género y el tema me gusta poner música. Nada con letra porque me distraigo. En algún lugar leí que la música de videojuegos es especialmente buena para realizar tareas pues está diseñada para concentrarse y para alentar al jugador a continuar. Me chuté la trilogía de El señor de los anillos escuchando algunas listas de música de JRPGs, por ejemplo.

No tengo, por lo tanto, alguna técnica en especial. Lo que no significa que sea algo bueno. Puede esta ser la razón por la cual no leo tanto como quisiera. Me sorprende mucho la gente que logra leer de 50 hasta 100 libros al año, sea cual sea su comprensión lectora. Quién sabe, quizá es mucho mejor que la mía.

  

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Los dos libros que me he estado chingando en estos días son Un cambio de verdad: Una vuelta al origen en tierra de pastores de Gabi Martínez; y Anime and the visual novel de Dani Cavallaro. Ambos digitales.

Tropecé con el primero después de leer sobre el Nature Writing. No tenía ni idea del mundo literario que existía al respecto y quise darle una oportunidad. De esas veces que tienes ganas de un chingo de verde pa' quitarte lo gris de encima. El autor narra en este libro el tiempo que pasó en Sanjuanilla, localidad de La Siberia extremeña, cuidando ovejas en un intento de acercarse a su madre quien creció ahí. Consecuencias del cambio climático, técnicas ganaderas, tradiciones rurales y aislamiento. Pero como tenía unas lecturas pendientes lo agregué a la wishlist y lo dejé reposar un rato.

Así quedó la cosa hasta hace unas semanas que viajé a Jalisco y fui a visitar a mi abuelita al rancho de Las Ánimas, una pequeña comunidad rural que se encuentra tantito después de Colotlán y que pertenece en cierto modo a Santa María de los Ángeles. Ahí me llené de todo el verde que fui capaz de tomar. Y cuando volví me di cuenta que necesitaba todavía más. Entonces me acordé de Gabi Martínez y compré su libro en el acto, tal vez aún con el recuerdo de gallinas, perros, planicies y noches con estrellas todavía fresco.

Cosa curiosa: como no suelo investigar previamente a los autores con los que no he tenido todavía el gusto, pensaba firmemente que la obra era de una mujer.  

Anime and the visual novel de Dani Cavallaro, por otro lado, es un ensayo sobre los videojuegos denominados Visual Novel y las adaptaciones animadas de las mismas. Había guardado el archivo en mi computadora hace ya más de un año y nada más lo tenía guardando polvo. Mi intención, además de la académica, era escribir un pequeño ensayo sobre las visual novel enfocado más en el ámbito literario. Todavía estoy pensando en ello, pero por lo mientras sólo lo estoy disfrutando.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Siempre que hacen esa pregunta me gusta decir que han sido tres: Humillados y Ofendidos de Fiodor Dostoievski; Rayuela de Julio Cortázar; y Baila, baila, baila de Haruki Murakami. Aunque lo cierto es que voy tomando tantito de aquí y tantito de allá de todos los libros que han caído en mis manos tanto si son buenos como si son malos.

De Humillados y Ofendidos me gusta pensar que saqué esa carga emocional de las batallas entre el bien y el mal donde no hay vencedores. Admito que me decanto por los finales felices, aunque sea en su mínima expresión (contrario a la obra antes mencionada de Dostoievski); pero mi intención siempre será enfrentar a los personajes a su propia moralidad y a la de sus contrarios.

Rayuela es un caso único. Primero que nada considero que Cortázar fue mejor cuentista que novelista. Sin embargo, la tarea de romper con estructuras narrativas convencionales y dejarse llevar por un juego que él mismo inventó me volaron la cabeza desde la primera vez que leí Rayuela. Hubo otros escritores que hicieron eso o algo parecido, por supuesto. Muchos antes que él y muchos que le siguieron también sin siquiera conocer la obra del argentino. Pero para mí fue una revelación. Yo quería hacer eso. Yo quería divagar, entrar en el absurdo, irme por las ramas, pintar con los pies. "Yo", me dije, "yo quiero hacer exactamente eso".

He dejado Baila, baila, baila para el final porque, en todo caso, fue el último libro que transformó mi manera de escribir. Cabe aclarar que a Murakami lo leo desde que estaba en la preparatoria y siempre me había gustado mucho, pero Baila, baila, baila fue algo totalmente diferente. La obra se convirtió, de cierta forma, en la contraparte de Rayuela. La narración más simple, la menos maquillada, la que va directa al punto. Y envuelto todo esto en un aura mágica que subleva la narrativa al mundo onírico. Un montón de cosas que no tienen sentido y que tienen todo el sentido del mundo. ¿Me entiendo?

  

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Voy a responder igual que el meme "No sé qué género estoy escribiendo... y a estas alturas me da miedo preguntar". Apenitas recientemente me he puesto a pensar en eso aunque no con toda la calma del mundo como me gustaría.

Me parece además que en la actualidad la literatura se asemeja mucho a la hora del receso en la secundaria. La mayoría de los escritores van y se sientan en una de las mesas a desayunar con sus compañeros y desde ahí conversan y discuten sobre la especialidad que los une y las dificultades que arrastra la misma consigo. A veces van y visitan otras mesas pero siempre vuelven a la suya porque, al final, eso los hace felices.

¿Y tu servilleta? Bueno, yo soy de esos que van de mesa en mesa, saludan a todos, platican tantito, escuchan muchito y luego van a la siguiente según sea el caso. Siempre me ha gustado escribir y escribir es lo que hago. Algunos podrían decir que casos como el mío no tienen remedio y no sobresalen mucho a la larga porque así la atención es dispersa. Pero disfruto mucho la diversidad. Me encuentro constantemente metido en varios géneros literarios y me divierto mucho con eso.

Por supuesto hay uno al que vuelvo cada cierto tiempo. Siempre que empiezo un nuevo trabajo literario me pregunto ¿cómo puedo hacer que esto, que es tan ordinario, se ponga bien locochón? Y a la cotidianidad le meto una cosa rara y luego le pongo otra cosa rara y así me voy. Algunos lo llaman realismo mágico. Yo lo llamo quitarse los zapatos, ponerse ropa cómoda y escuchar música.

  

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

No me tiembla la mano decir que el personaje sin nombre de la tetralogía de La Rata, de Haruki Murakami, se lleva la medalla en esta categoría. Es un personaje que se dibuja como secundario. No aparenta tener algo especial. Tiene problemas, como todos, y pasatiempos y hábitos e introspección. Es ordinario, muy ordinario. Y, sin embargo, le ocurren todas estas cosas y tiene que enfrentarlas con su ordinariedad.

Y sí, sí, sí, al chile: los personajes masculinos de Murakami, la gran mayoría, se parecen mucho unos a otros. Por lo menos los que son protagonistas. Y aunque durante un tiempo pensaba que aquello podría considerarse un bache en la ficción del sensei, me di cuenta de que si bien la escritura es libertad, esta se extiende más allá de lo que uno puede considerar buena o mala literatura. En pocas palabras: que no hay reglas que seguir si uno disfruta haciéndolo.

Antes de esta revelación tan maravillosa me daba miedo que mis personajes se fundieran en uno solo y que se vieran anclados a la misma idea ¿estoy reciclando personajes? Supongo que me gusta inyectarle un poquito de mi a las mujeres y hombres que escribo. Tampoco es un calca y pon, pero no me asusta la crítica o el mal de ojo.


¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

De mis años mozos vuelvo a traer a tema los libros de terror de la colección Macabro. Como dije anteriormente estaba fascinado por esas historias de vampiros, brujas, maldiciones y hombres lobo; pero no me bastaban. Siempre quería más historias. Ni la televisión, ni los videojuegos ni los libros eran suficientes. Entonces decidí que yo también quería escribir historias.

Para aterrizar mejor lo que iba a escribir decidí poner el rancho de Las Ánimas como escenario. Había escuchado ahí, de boca de mi abuelita, mi 'amá y su hermana; las suficientes historias sobre perros demoniacos y brujas perdidas en el bosque como para echarme el costal al hombro. Como todo niño me puse a mí y a mis hermanos como protagonistas y a un nahual como villano principal. No recuerdo en que acabó el asunto, pero debió ser divertido.

Curiosamente tengo más recuerdos de ese cuento que del primero que escribí ya mayor, cuando decidí convertirme en escritor. Recuerdo en especial una antología que había escrito para el Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola que titulé Cuentos de besos, pasión y muerte. Es todo lo que te imaginas y más que eso, pa' que te des un quemón. Pero lo interesante es que ya desde entonces me gustaba meterle un chingo de madres bien acá pa' que pegara duro. Había un chico que se convierte en cuervo, una mujer que nunca existió y cosas por el estilo.

  

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

Si pudiera hacer cualquier cosa primero me gustaría encontrar de nuevo el cuento. Mi 'amá debe tenerlo bien guardado entre tantos papeles. Tal vez sea imposible. De todos modos, más que re escribirlo, me gustaría escribir una nueva versión. ¿Has visto cómo algunos artistas gráficos de Twitter suben su antes y después para demostrar lo mucho que han mejorado? Pues yo quisiera hacer algo parecido, pero con ese cuento en particular. Publicar ambos al mismo tiempo. Sería una experiencia divertida.

Creo que le dedicaría más tiempo a los sonidos y las descripciones ambientales antes que a cualquier otra cosa. He aprendido lo mucho que enriquece a un texto, sobre todo dentro de la ficción especulativa, el uso adecuado de las descripciones. Le brinda tridimensionalismo. Ni siquiera es necesario abusar de la floritura, con sólo describir que se escucha, por mínimo que sea, y que se ve, que se siente, a qué saben las cosas; todo esto acerca más al lector.

Con respecto a Mitos de besos, pasión y muerte creo que me gustaría enfocarme más en los elementos fantásticos antes que en el drama. No darles explicaciones, sino explotar más cada uno de los aspectos que saltan del papel. Como esos libros para niños que tienen tela, algodón y otro tipo de texturas para que los pequeños se diviertan pasando de página.

  

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

Tengo uno que otro hábito, sí. Bueno o malo, no sabría decir.

Me gusta poner música. Creo que la música es muy importante en el proceso creativo. Aquí no me importa mucho si tiene letra o no, el chiste es que encienda el foquito sobre la cabeza. Que motive, chingao. Y, sobre todas las cosas, que brinde esta sensación de ritmo a la hora de escribir. Porque escribir también tiene su musicalidad. Desde pasar los dedos sobre el teclado hasta la forma en que se compone un párrafo, todo debe ser armónico. Murakami comentó alguna vez en una entrevista lo siguiente: "En lugar de aprender técnicas de narración de alguien más tomé en cambio un acercamiento musical, siendo consciente de los ritmos, armonía e improvisación. Es como escribir mientras bailo, aunque en realidad no bailo. Para mí, escribir suele ser un proceso muy físico y ese es mi estilo."

Cuando termino de escribir y le pongo el punto final le doy una leída para corregir unos cuantos detalles. Lo dejo enfriar junto a la ventana y vuelvo para leerlo otra vez Vuelvo a corregir. Vuelve a la ventana. Imprimo el texto y vuelvo a leer esta vez en voz alta, para asegurarme que tenga musicalidad. Le doy una tercera afinación. Finalmente se lo dejo a Matilde, la waifu, para que le dé un visto bueno. Ya basándome en sus comentarios le doy los toques finales y me beso el índice y el pulgar en señal de aprobación.

Fuera de esto creo que no hay nada que pueda considerarse espectacular. No hay otra cosa que pueda parecer sistematizada, aunque no me gusta mucho esa palabra. No tengo horarios, ni días laborables ni mucho menos días de asueto. Procrastino mucho y al mismo tiempo, cuando me siento motivado, puedo estar todo el día pegado a la hoja en blanco. Nada saludable. Así es esto de las enchiladas.

  

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Nulo, dice el vato entre risas. Si he de ser sincero jamás he intentado venderle algo a una editorial. Tal vez porque no he tenido todavía un producto que pudiera ofrecer a una o que yo considere que es lo suficientemente buena para eso.

Postales del más allá fue un caso especial. Escribí ese libro de relatos con la intención de publicarlo por la vía independiente. ¿Por qué razón? Pongámoslo de este modo: ¿Nunca has sentido como que mucha gente tiene expectativas muy altas sobre lo que vas a hacer? Me pasaba justamente eso. Desde que había decidido ser escritor todo el mundo me decía: "¿Ya vas a sacar tu libro?", "¿Para cuándo la novela?", "Avísame cuando publiques para leerlo". Cosas así. No es malicia suya, por supuesto. Confían en uno, tal vez más de lo que esperaría. Entonces se vuelve muy pesado ¿sabes? Porque sientes el tiempo encima y no estás disfrutando mucho lo que haces. Por ese motivo escribí Postales del más allá y por eso me decidí a publicar por Amazon Kindle, Google Books y Lektu. Para que saliera lo más rápido posible de mi sistema y me ganara la libertad que necesitaba.

Por supuesto la autopublicación tiene sus beneficios, sus riesgos y también sus problemas. Me fue muy sencillo subir el libro a las páginas ya mencionadas, aunque el sistema de pago fue un caos y a la fecha Google Books tiene retenidos unos pendientes. La edición la hice yo merengues por pobretón así que seguramente tiene algunos defectos que espero no sean muy graves. Dediqué tiempo a la publicidad lo más mínimo: unas cuantas publicaciones en redes sociales, un pequeño concurso y sanseacabó. De cuando en cuando lo traigo a tema como pa' que no se les olvide.

Sabía que no se vendería mucho aunque no voy a negar que, a pesar de todo, ha sido un poco decepcionante. Así está el business de la autopublicación. Esto, por supuesto, me lleva al siguiente punto: el prejuicio general. La autopublicación, desafortunadamente, está menospreciada. El escritor norteamericano Chuck Wendig escribió lo siguiente para un artículo en su blog: "Si formas una banda y sacas un disco tu solito, bueno, eres indie. Lo estás haciendo a tu manera. Si sacas una peli tu solito eres un realizador DIY, un artista independiente, un tipo al que el sistema hollywoodense nunca pudo absorber. Pero si te autopublicas, apenas sale el libro a la luz del sol, lo primero que dirán es: «Awww, no fue lo suficientemente bueno para que lo publicaran. Seamos honestos lo más seguro es que su libro sea pura mierda»." Bueno, él es así, habla sin pelos en la lengua. Pero tiene mucha razón. El escritor autopublicado tiene obstáculos aún más grandes que los que han sido publicados a través de una editorial. Tiene que enfrentar los prejuicios, la poca exhibición, las multitareas y todo para que, al final, no tenga el suficiente alcance.

Lo que dice a continuación Chuck Wendig en el texto antes mencionado resume también parte de la problemática de autopublicarse: "Esto es en parte porque la verdad cuesta mucho más sacar un disco o una peli. No solamente tienes que vomitarla. Aunque sea necesita haber un poquito de talento para contemplar esa odisea y conseguir algo de distribución. Pero la comunidad literaria de auto-publicados no tiene ninguna restricción. Es asombrosamente fácil auto-publicarse". Esto no significa que haya una especie de competencia. Dice Murakami que uno no pierde su trabajo sólo porque otro escritor emerge en algún lugar del mundo. Pero es más difícil sobresalir si todas las manos se agitan sobre la superficie del agua, y todas las manos traen pancartas que dicen: "Compra mi libro ¡Está en Kindle! El mejor thriller/fantasía/romance de la década".

 

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

Como ya me metí en el pedo de la autopublicación independiente responderé con base a eso. ¿Cómo imagino el mundo de la autopublicación independiente en los siguientes años? Hay de dos sopas: o se mantiene igual, sin cambios aparentes ni ruido en la salita; o aparece una novedad tan atractiva que todo el mundo va a querer autopublicar o leer al autor independiente. Con novedad intento no ser ambiguo, pero puede ser cualquier cosa en esta rápida época digital. Redes sociales, influencers o hasta adaptaciones filmográficas o televisivas que atraigan la atención pública.

Seguiremos enfrentando los mismos conflictos, por supuesto, y esto es porque a estas alturas hay más escritores, tanto independientes como los que no, que lectores en el mundo. No es broma. Es más fácil encontrar escritores emergentes que no leen que lectores que no escriben, siendo que esta debiera ser una relación casi simbiótica. Tampoco se puede prohibir o restringir el acceso al mundillo. ¿Dónde quedaría entonces la libertad de expresión? Y considerando que una fracción muy pequeña en el mundo es lectora, citando ahora al gran filósofo Marco Antonio Solís: "¿A dónde vamos a parar?".

A un cambio, eso espero. Pero vaya, yo siempre veo el vaso medio lleno. Y luego lo derramo accidentalmente con un codazo.

  

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Sería muy ingenuo de mi parte decir que sí, así que diré que sí.

No pienso en grandilocuencias. Cuando todo esté listo con mi primera novela voy a enviarla pa' todos lados. Concursos, editoriales de todo tipo y quizá hasta crowdfunding si es necesario. No sé si tendrá un peso significativo o si sólo servirá para que no se vuelen archivos importantes por la ventana. Pero ahí estaremos, al pie del cañón.

  

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

Eso es echarle mucha arena al costal. La neta lo único que pido y siempre pediré es conectar con alguien. Que un lector me diga "no mames, Pável, vieras como me hizo sentir tu libro, no te pases de lanza, que chido", y ya. No aspiro a la eternidad, aspiro a la remembranza y a la cercanía.

  

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Que escriba un chingo pero que lea un chingo más. No se puede hacer lo primero sin lo segundo. Parece obvio, pero no sabes la cantidad de personas que le huyen a la lectura por miedo a terminar copiando, porque no les gusta o porque creen que tienen demasiado talento y el talento no necesita refinamiento. Sólo por dar unos ejemplos.

También les diría que disfruten de perder. Que envíen un chingo de cuentos, poemas, relatos y novelas a revistas y certámenes como si no hubiera un mañana. Es como cuando te gusta una morra y tus compas te decían: "Anímate, wey, mira... el no ya lo tienes ¿cuál es el pedo?". Y uno no aprende de las victorias. Refuerzas las virtudes, pero con ellas no pules. Si te dicen que la cagaste mucho mejor. Que no le teman a la crítica constructiva. Sólo es personal si uno quiere que sea personal. Checa en que te equivocaste, corrígelo o púlelo, tal vez por ahí si iba pero no como lo escribiste en primer lugar.

Y finalmente... elige bien quien va a inspirarte. Si hay alguien allá afuera que me admire, mucho ojo mi cuate. A mis treinta y tres años aún estoy verdezón y me queda un largo tramo todavía. Pero puedes caerle. Nos echamos la mano. Nos subimos a un coche y nos vamos de road trip hasta allá donde brindan con old fashioned los demás escritores. Salud por eso.


Comentarios

  1. Muchas gracias a ti, Daniel, por la oportunidad. Un gusto encontrarme en una sección llena de personajes ilustres y en una página de alguien de igual calibre. Un abrazo.

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    1. Nos honras con tus comentarios y con tu participación. Realmente muchas gracias por tu tiempo y tu generosidad, creo que muchos podrán descubrir algo bueno de la creación leyendo tus reflexiones. Saludos

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