POÉTICAS PERSONALES: MARTHA RIVA PALACIO OBÓN

 


Desde que retomé este blog y lo enfoqué a convertirse en un receptáculo de poéticas, cuestiones sobre creatividad y creación, me he dado a la tarea de entrevistar a autores contemporáneos que voy descubriendo y de quienes he disfrutado su obra. 

Ahora comienza una segunda fase del blog y lo hago de una manera que me resulta espectacular hasta para mí mismo. Poder entrevistar a autores consagrados, o artistas de otras disciplinas, es parte importante de generar un diálogo que permita descubrir el acto de la creación, su génesis, los vericuetos que toma, la materia prima de la que está compuesto el mundo de los sueños. 

Por lo tanto, tengo el grandioso gusto de decir que Martha Riva Palacio Obón es la primera entrevista que corresponde a esta nueva etapa y quiero hacer manifiesto el gran honor que me ha conferido por haber aceptado responder el pequeño cuestionario. 

Pondré desde ahora algunos de los logros de Martha Riva Palacio Obón para después adentrarnos a su obra de manera más detallada. Ha recibido varios premios, entre los que cabe mencionar el Premio Hispanoamericano de poesía para niños, el XVIII Premio de Literatura Juvenil Gran Angular y el XVI Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor con su primera novela: Las sirenas sueñan con Trilobites. Sus libros han sido incluidos en catálogos como el White Ravens de la Biblioteca de la Juventud en Alemania, la Exposición de los mejores libros para Niños y Jóvenes del Banco del Libro de Venezuela y la Guía de libros recomendados para niños y jóvenes de IBBY.

Pero más allá de los premios, Martha es sin lugar a duda una de las escritoras mexicanas de LIJ más interesantes del momento. Su obra rezuma profundidad y poesía, llena de imágenes poderosas que se despliegan en la mente de los lectores como un artificio de luces. 

Esto me sucedió a mí al leer tres de sus libros. Algunas escenas viven en mi memoria y nutren mi imaginario literario. Son un alto escalón al cual se aspira y una motivación para cuidar la escritura, los temas, el tratamiento de nuestras palabras.

En Frecuencia Júpiter, quizá mi favorito de ella, Martha logra hilar temas tan dispares en una historia sobre el fin del mundo. Conviven en la novela la violencia de género, cada vez más presente en nuestra sociedad, desgraciadamente, con las mariposas (mismas que detesta Emilia, la protagonista) o la historia de Matías, exiliado por la dictadura de Pinochet en Chile. Y todo esto con el agregado de uno de mis géneros literarios preferidos: la ciencia ficción, y hasta la curiosa escucha de las frecuencias emanadas por el planeta Júpiter, ese monstruo del sistema solar. Algo, sospecho que la misma Martha tiene fascinación por ese lenguaje de los astros, sus luces y sus sonidos venidos desde un pasado distante y que algo, quizá un origen, nos comunican con sus guiños de luciérnaga del cosmos negros. 

En ese sentido, sospecho también que esto lleva a Martha a adentrarse, aparte de la escritura, a la exploración del universo sonoro. Martha tiene un proyecto artístico donde genera "paisajes de sonido", grabaciones sobre la naturaleza, narración de mitos y poesía, sonidos originales o con audio procesado por el espectro digital que hacen que uno pueda evocar los recuerdos del pasado: una voz, un lugar, un rostro, una historia. 

Desconozco si Martha usa el término "Hantologie", concepto derridiano a ultranza, en el mismo sentido que lo uso yo en mi labor filosófica, pero muchos de sus trabajos sonoros evocan esa traza de un pasado perdido que permanece sobre nuestra conciencia. Sonidos que generan, en su fantasmagoría hecha de frecuencias, una entidad nítida que se nos presenta con toda su realidad frente a nosotros. Algunos de estos proyectos pueden oírse en su blog. Aquí pueden escuchar uno que me parece interesante y trata sobre los grillos, casi un cántico de elfos.

En los tres días desde que recibí la entrevista de Martha, he estado pensando mucho en los vasos comunicantes entre la escritura y el sonido. Me viene a la mente que en el acto de leer, el lector va generando una melodía en sus mentes, una voz silente que se escucha sin que esté ahí, que activa las partes del cerebro propias a la fónica. 

Este discurso interior nos permite decirnos las cosas que no podemos hablar en público, ponerlo en su justa medida, analizarlo y hacerlo tangible. De esta manera, como sucede con la literatura de Martha, se logra desentrañar una red de metáforas narrativas que nos va creando y dando identidad, nos configura y nos da sentido. Sus personajes, cruzados por la violencia y el sufrimiento, mantienen una dignidad por sobre todo. Así, lo indecible puede ser dicho, la palabra puede hablar de la maldad del mundo y revelarnos una verdad, y quizá pueda ser trabajada para transformarnos, una terapia, y el dolor del mundo se convierta solamente en ese espectro que nos evoca y que alumbra nuestro futuro. 

Y es casi como los poemas que tanto disfruta Martha, los haikú de Bashò. Tres versos que en su simpleza, su sonido, dicen el mundo y la magia de la vida:

Bajo un sombrero

disfruto de la sombra,

aún estoy vivo.

Que sus lecturas sean felices.

¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Crecí rodeada de libros, siempre apilándose en los libreros que nunca eran suficientes para contenerlos. Estaban los libros que leyeron mi mamá y mi papá de niños y jóvenes pero también libros de mi abuelo materno que olían a papel viejo y con cubiertas desgastadas. Podíamos tomar los libros que teníamos a la mano y hojearlos sin problema. El criterio de mis padres era poner los libros para adultos en los estantes más altos. Fui trepadora de árboles y de libreros.

Me leían cuentos en la noche y por lo general, la lectura para mí estuvo siempre vinculada al juego. En ese sentido, tuve mucha suerte.

 

¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Mi abuelo materno escribía para el radio y el cine, mi mamá también es escritora. Mi abuela materna, por otro lado, siempre fue una gran narradora oral. Ella me inculcó el gusto por las buenas historias, sin importar de dónde vinieran. El gusto de narrar, de tener a los demás en vilo... Eso me viene de ella.

 

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

Tengo varios libros mezclados en mi cabeza. Primero fui lectora de imágenes, me encantaba tomar distintos volúmenes de una enciclopedia y ver las fotografías y dibujos. Además de los libros álbum que había en mi época. La primera novela que recuerdo haber leído por mí misma fue una antología con mitos y leyendas de distintas partes del mundo. Creo que se llamaba: Flor de leyendas... Siempre he sentido fascinación por los mitos y los cuentos de hadas. Nos hacen resonar, son atemporales porque enuncian verdades profundamente humanas.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

Buscar un lugar cómodo, varía según el momento del día y de la luz.  En el sillón entre las plantas, en la cama, en otra silla... voy rotando. Me gusta leer también en cafeterías, pero como ahí me distraigo fácilmente y prefiero leer a la gente que me rodea.

 

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Ahorita estoy leyendo M Train de Patti Smith. De hecho, es uno de esos libros que leo una vez al año. Voy por la quinta vuelta. El libro, en realidad me eligió a mí en un aeropuerto. En lo que esperaba mi vuelo, me di una vuelta por las tiendas de la terminal y en una de ellas vi la portada con la foto de Patti Smith sentada en una mesa. Me gusta mucho la escritura de Patti Smith, muy cercana también a su música.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Han sido muchos libros los que me han influenciado. Tanto los que me gustan como los que no. Entre más lees, más se expande tu horizonte y encuentras otras voces y otras formas de construir el mundo a partir del lenguaje. Puedo mencionar tal vez autoras que son en cierta forma un referente para mí como Anne Carson, Ursula K Le Guin, Verónica Murguía, Elena Garro, María Baranda, Marjane Satrapi o Patti Smith. Si tuviera que mencionar un libro que representa mejor que otros cómo me siento al escribir, escogería Donde viven los monstruos de Sendak.

  

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Me gusta escribir desde un sitio en el que se traslapan distintos lenguajes y géneros. Las etiquetas me generan un poco de claustrofobia. Cada proyecto en el que trabajo me va indicando las edades a las que va dirigido y cómo construir su propio universo.  Lo que sí, es que puedo decir que mi tendencia es hacia la literatura de la imaginación, ya que ésta tiene un componente subversivo que nos permite cuestionar aquello que, desde una postura vertical, se nos impone como “la realidad”.

 

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

Jo March de Mujercitas marcó gran parte de mi infancia y adolescencia. De algún modo, me llevó a intuir que, al escribir, depositamos mucho de nosotras en los personajes que creamos. Después han venido otros, Orlando de Virginia Woolf, Estraven de Ursula K. Le Guin, Auliya de Verónica Murguía: personajes complejos, con luces y sombras.

 

¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

Escribir para mí fue también una prolongación del juego. Jugaba a escribir programas de radio como mi mamá. Después, empecé a crear mis versiones personales de caricaturas, películas y libros. Si no me gustaba cómo reaccionaba un personaje, yo hacía mi propia versión. Fan fiction, dirían ahora.

Mi primer texto publicado fue Haikú. Siempre me gustó esta forma de poesía. Me acuerdo que el primer haikú que leí fue en cuarto de primaria. No recuerdo el texto ni autor, pero describía una parvada de gansos posándose sobre la nieve. Fue un poco de aire fresco en medio del aburrimiento de la escuela. En mi libro, quise repetir esa sensación.

  

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

Escribir Haikú como lo hice me permitió expandir mi exploración poética. Si lo escribiera ahora, sería un libro completamente diferente, tal vez más enfocado en profundizar en el vínculo entre voz poética, sonido y cuerpo.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

Tomar muchas notas, investigar todo lo relacionado con mi proyecto. Me encanta la fase de investigación, tanto que a veces tengo que obligarme a pasar a lo siguiente: escribir. Mi ritual es encontrar el cuaderno adecuado para lo que deseo escribir. A veces lo encuentro a la primera, a veces me tardo. Me he dado cuenta de que entre más me cuesta hallar el cuaderno perfecto para mi proyecto menos claro tengo qué es lo que quiero decir.  A veces resulta que el cuaderno ideal es una libreta vieja en la que tengo notas de otros libros, a veces es un cuaderno como el que usaba en la primaria.

 

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Durante la universidad, empecé a trabajar como autora independiente en varias revistas juveniles y después, cuando hice haikú, tuve la suerte de que Mónica Brozon me orientara un poco sobre cómo estaba el panorama de la literatura infantil y juvenil en México. Ella fue la que me explicó qué editoriales aceptaban proyectos de poesía de autoras nuevas. Así llegué al Naranjo.

 

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

Creo que estamos en un momento crítico. La pandemia nos está llevando a replantear muchas cosas y ha puesto a editoriales pequeñas e independientes en una situación complicada. Siento que van a ser tiempos de seguir encontrando distintas formas de articular los libros de papel con las distintas tecnologías y plataformas.  También creo que está pendiente el tema de las bibliotecas públicas y  el papel fundamental que juegan en la formación de comunidades lectoras así como de asegurar la accesibilidad a una gran diversidad de libros. 

  

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Sí, de hecho mi escritura va evolucionando porque yo también voy cambiando. Cada experiencia nueva me lleva a descubrir nuevos aspectos sobre mí misma y replantearme una y otra vez desde dónde y cómo deseo seguir escribiendo. ¿Qué voces estoy silenciando y cuáles no?

 

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

Que mis libros sean plataforma para que otras autoras que apenas inician sean también leídas y escuchadas.

  

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Les diría que la escritura no es una carrera de velocidad sino de resistencia, que es importante encontrar un equilibrio entre aprender de otras personas y seguir también tu intuición, que habrá ocasiones en las que te tocará decir “ésta es mi voz, esto es lo que quiero decir” y que aunque requiere que pases momentos a solas, escribir es también algo colectivo.


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