POÉTICAS PERSONALES: VÍCTOR PARRA AVELLANEDA

 


Empecemos por los datos obvios.

Víctor Parra Avellaneda estudia Biología en la Universidad de Guadalajara. Ha publicado, en su mayoría, ficción especulativa y sus letras navegan el ciberespacio en variadísimas revistas digitales del mundo hispanoamericano, de las que puedo destacar: El Narratorio, La sirena varada, Penumbria, Sinfín, Monolito, Marabunta y Axxón; pero también de Inglaterra (Nymphs), Estados Unidos (Dumas de demain y Spelk), Canadá (The temz Review y L’Éphémère Review) e India (Culture Cult Magazine). Asimismo, es coeditor de la revista mexicana de ficción especulativa Primero sueño, que con tan sólo tres números publicados ha logrado posicionarse como una de las mejores revistas del género y que, no hay duda alguna, marcará época y generación.

Publicó una novela satírica, El intrigante caso de Locostein (Dreamers, 2019) que en palabras de la escritora Daniela L. Guzmán es: "una bocanada de aire fresco y un bonito escupitajo en el canon de la literatura mexicana. Es un libro que grita originalidad y no le importa no adscribirse a normas acartonadas sobre cómo debe ser la literatura".

He tenido oportunidad de leerla y puedo corroborar que la imaginación de Víctor es desbordante. En lo personal me parece un texto posmoderno, un Esopo o un La Fontaine para los albores del siglo XXI,  con esos capítulos metadiscursivos que rompen la cuarta pared y que hacen al autor, y al lector, meterse hasta en la cocina del texto, y que aunque no pretenda moralizar, sin duda levantan un espejo donde podemos identificarnos y reconocer el punto exacto de la grieta del ser.

Es también, como muchos de sus cuentos, una fantasía poblada por animales excéntricos que en su hiperbólica presencia dan cuenta de los excesos del ser humano, de nuestros vicios y carencias, de nuestra depredación del mundo natural y de nuestros semejantes, aunque también, por momentos, de nuestra capacidad de mejorarnos. Destaco el tino cómico con el que Víctor nombra a sus personajes: Don Perronio de la Perreira, despreciable y vil al que los aplaudidores le aplauden porque en Locostein se aplauden las estupideces; o Gatoléon Gatoparte, en la antípodas del personaje al que hace alusión. Una novela en digital que sin duda merecería más lecturas y carcajadas.

Desde que entrevisté a Víctor, me he dado también a la tarea, aunque cada vez con más afición, de leer toda su obra con la que me he podido cruzar en la red. Caigo en la cuenta de que quizá Victór nos vea, los humanos, como un virus que infecta el mundo natural. Somos la enfermedad que destruye los equilibrios y que produce los cambios climáticos, somos el fuego que quema la casa (como en su cuento Fábula ambiental) y somos también aquel que trae el balde de agua y que comercia el balde de agua y se queja del balde de agua mientras todo se quema, a pesar del balde de agua, sin cesar. O quizá somos como las esporas del reino fungi que carcomen todo lo vivo y se hacen de él.

Yo, querido lector, quisiera que con esto usted fuera a buscar estos textos de los que hablo, y los disfruten y juzguen con su imperdible sentido esteta.  


Una cosa más de Víctor. Aunque sea un joven escritor y las cuitas de la vida le desequilibren de tanto en tanto, que sepa que su genio: escrito, musical (es un compositor consumado, búsquenlo en YouTube), o sus dibujos, a mí me inspiran y sé de hecho que inspiran a otros, y los seguirán inspirando, también.

Que sus lecturas, lectores míos, sean felices.

¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Creo que, sin duda, está ligado a las imágenes y a la música. Tanto imágenes del cine de ciencia ficción, como las imágenes de libros e imágenes del arte.

Todo esto se lo debo a mis padres y mi abuelo. Mi madre es artista y mi padre es ingeniero civil. A ambos siempre les ha gustado la ciencia y el arte, por lo que en mi casa siempre ha habido libros de divulgación científica y de arte; de estas ciencias, la astronomía es el tema que a ellos dos los hizo conocerse. No es raro que en mi casa mis padres hablen de estrellas, galaxias o agujeros negros; ha sido para mí algo tan común que me ha acompañado toda mi vida.

Al inicio, cuando no sabía leer, me gustaba ver las ilustraciones de los libros de arte de mi mamá, ver, por ejemplo, los mundos extraños de El Bosco, de Dalí o de Goya. Me gustaba imaginarme cómo sería estar ahí, cómo sería el mundo si fuera como estaba retratado en esas pinturas. También, por parte de mi papá, él tenía unas revistas de dinosaurios con muchas ilustraciones que yo miraba días con día, con lo que inició mi gusto por los dinosaurios (algo que muchos hemos tenido, quiero suponer). Y pasó lo mismo que con los libros de arte de mi mamá; me imaginaba cómo sería estar en un mundo con criaturas que no existen.

También me quedaba hipnotizado ante las imágenes de estrellas y nebulosas de libros de astronomía. Para mí eran como una especie de cuadro celestial, abstracto e inquietante.

Por otra parte, mi abuelo fue médico y tenía una gran biblioteca personal con gran cantidad de volúmenes de anatomía del cuerpo humano que a mí me gustaba hojear.

Así mismo, mi madre siempre ha sido entusiasta del cine de ciencia ficción, así que mi interés por este género inició desde ahí; así mismo, recuerdo verla pintar obras de género fantástico así que también, desde pequeño, he asimilado lo especulativo de manera natural.

Paralelamente, mi interés por los dinosaurios pasó de esos libros de imágenes a documentales como Caminando entre dinosaurios de la BBC (el cual creo que es la mejor obra audiovisual que se ha hecho sobre dinosaurios), el cual me marcó muchísimo. De estas imágenes cinematográficas pasé a la escrita. Tenía curiosidad en saber cómo era la ciencia ficción y la ciencia en palabras. Así que leí Los viajes de Guilliver porque recién había visto una miniserie de 1994 (también de la BBC y muy buena, por cierto), que me gustó mucho. De esa lectura sentí como un contagio por leer otras cosas. Leí otros libros, realistas, y descubrí que no era un género para mí, ya que no me gustaba para nada. A mí lo que me atraía era lo científico y lo que entraba de lleno en la ficción especulativa.

Creo que ocurrió una interesante sinergia entre el arte, los dinosaurios y la anatomía humana. La ciencia ficción me permitía explorar estas tres realidades e incluso juntarla. ¿Cómo serán animales que no existen?, ¿Cómo será la biología de seres fantásticos?, ¿Cómo sería vida en un mundo así?

 

¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Creo que es una curiosidad que siempre he tenido por conocer cosas extrañas, a veces perturbadoras y que me permiten contrastar entre mi realidad y la realidad fantástica. En lo personal, soy una persona que disfruta más de la literatura de ideas o más conceptual, que aquella que es más emocional o dramática. Con los dinosaurios pasaba eso, yo sentía que los libros eran una especie de ventana que permitía ver un mundo que ya no existía; con la ciencia ficción siento algo así. Que uno puede ver a través de ventanas hacia realidades que no existen, pero que no están lejos de la nuestra.

Y bueno, también que, encontré una mayor cantidad de obras imaginativas en la literatura que en el cine. Obras que, por su extensión o por lo complicado que podría ser adaptarlas, aun no existen películas.

Así que, encontré en la literatura una mayor oferta creativa y de exploración de conceptos, mundos y personajes.

 

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

Recuerdo haber visto una adaptación de la BBC de Los viajes de Gulliver, que, lejos de ser la típica adaptación infantilizada (como la de Jack Black), mostraba una historia más oscura y crítica desde el aspecto social. Eso me llamó la atención, sobre todo porque tenía entendido que Gulliver era una historia para niños, pero terminó siendo algo totalmente distinto. Lo que más me gustó es que pude notar que en la literatura se puede ser mucho más crítico y hasta crudo que en lo audiovisual. En lo personal, no me gustan las obras que son ñoñas o cursis, como la mayoría de las películas de Disney, que llegan a maquillar la realidad, así que, encontrar esto en la literatura me animó bastante. La posibilidad de encontrar historias más crudas, más creativas y críticas.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

Leo cuando quiero leer. A veces quiero leer más ficción que divulgación científica y otras veces es al revés. Como la divulgación científica describe la realidad y el tono literario de la ciencia es más expositivo que narrativo, en lo personal siento que es más fácil leer divulgación que ficción porque se trata solamente de una secuencia bien definida de cómo debe presentarse un texto; contario a la literatura de ficción o la poesía, donde hay más experimentación y la obra se torna más personal. Por lo tanto, me gusta leer ficción cuando en verdad es algo que quiero, y cuando me siento cansado o demasiado agotado para seguir el ritmo de una narración, la no ficción me parece que es una buena manera de seguir leyendo sin descuidar el hábito de leer. Es, por así decirlo, más analítica.

Aunque, a decir verdad, mi manera de leer es por intereses. Por lo general tengo varios libros que estoy leyendo en simultáneo, ya que la lectura de un solo libro puede llegar a agotarme, entonces prefiero variar; sobre todo cuando el libro no me termina de gustar o hay algo que me hace sentir más agotado.

A veces no pasa eso, y puedo leerme un libro, no importa qué tan extenso sea, de un tirón. Como me paso con Las aventuras del buen soldado Svekj, La guerra de las salamandras. En otras ocasiones, me ha pasado qué con libros muy pequeños, no puedo seguir el ritmo y lo dejo.

 

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Actualmente estoy leyendo varios libros al mismo tiempo, como lo mencioné en la pregunta anterior. Leo cada uno cuando pienso que estoy en mi momento de asimilar el tono que tiene cada título.

Tengo en pausa It de Stephen King, porque últimamente me ha gustado la literatura de terror y horror cósmico; Soy un gato, de Natuke Soseki, porque es satírico y me gusta la premisa de esa obra; El sexto sentido y otros relatos extraordinarios, de Amado Nervo, porque me gusta cómo este autor mezcla cierto lenguaje poético con sus narraciones imaginativas; Historias desaforadas, de Alfonso Bioy Casares, porque me gustaron mucho sus otras obras como La invención de Morel y Dormir al sol, aunque a decir verdad, me gusta más el Bioy Casares de novelas que de cuentos.

También, actualmente estoy leyendo de manera constante El emperador de todos los males, un libro de divulgación científica que habla sobre la historia del cáncer. La razón de elegir este título es que recientemente escribí un ensayo científico sobre el origen de la vida y evolución para mi universidad, y en el momento de escribirlo y revisar bibliografía, me entró la inquietud por leer más divulgación para estudiar la manera de comunicar ciencia sin usar un lenguaje tan rebuscado. Y, elegí este libro, porque precisamente habla de un tema tan complejo como lo es el cáncer, empleando un lenguaje muy ameno, que raya entre lo literario y lo científico. Es, de alguna forma, como una biografía novelada del cáncer. Además, me interesa mucho la escritura enfocada en la divulgación científica; actualmente tengo un proyecto de divulgación en Facebook llamado Mimivirus que ha tenido buena recepción, donde suelo postear notas divulgativas, en un lenguaje sencillo, sobre temas de virus. Entonces, esto para mí es como un estudio de caso sobre la manera de escribir ciencia y, pues, tengo este y otros libros en la lista para leer y estudiar los estilos existentes de la comunicación científica, que es uno de los temas que más me interesan.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Me es difícil mencionar un solo libro, ya que creo que en cada etapa diferentes obras nos abren la mente dependiendo de la edad. Así que mencionaré los que me han marcado más.

Creo que el más importante ha sido Los viajes de Gulliver, porque fue el primer libro que elegí por gusto, a los 9 años, y que terminé en algunos meses. Después de leerlo sentí como que algo se me contagiaba del autor, esa manera de hablar y colocar en una historia situaciones extrañas, además del uso del lenguaje más rebuscado y saturado en detalles. Por lo que me animó a escribir mis primeros relatos, los cuales eran de corte fantástico.

El segundo, el que yo creo que marcó también fue El Quijote. Recuerdo que fue un libro al que le tenía muchas ganas durante más de 5 años, pero nunca pude comprarlo. Hasta que un día me lo compré y lo devoré en un verano. De ahí, descubrí que me gusta la literatura satírica. Y creo que le debo mucho al Quijote ya que esa manera de exagerar situaciones y tomar todo en son de sátira está presente en mi novela El intrigante caso de Locostein. Lo que más me gustó del Quijote y de Cervantes en general, es que no se callaba nada. En plena Inquisición, burlarse abiertamente de los curas, de los poetas, de los escritores, de los traductores y de la iglesia, es algo que solo un valiente haría. Creo que, de todos los escritores barrocos, Cervantes es el que mejor se desarrolló en prosa, a mi consideración. Además, una cosa que me marcó mucho fueron los juegos de metaficción y rompimientos de la cuarta pared que hacía consigo mismo y con sus propios personajes.

Otro de los libros que definitivamente me marcó, recientemente, fue Solaris, de Stanislaw Lem. El cuál es mi libro de ficción especulativa favorito por mucho. Este lo leí a mediados de mi carrera. Me marcó mucho por la habilidad de Lem de explorar cuestiones filosóficas como lo es la limitación del conocimiento humano, así como el imaginarse biologías extraterrestres tan diferentes a como lo retrata habitualmente la ciencia ficción. Una obra que se enfrenta a algo un humano y que resulta, desde mi punto de vista, perturbadora.

En particular, no podría decir que este es un libro, sino más bien un relato largo, me refiero a Los sauces de Algernon Blackwood, el cual me pareció un texto bellísimo y aterrador al mismo tiempo. Me marcó significativamente porque fue el primer texto con el que puedo decir que he sentido terror o miedo. Me gustó la manera en que el autor logró plasmar al mismo tiempo una belleza casi lírica del lenguaje junto a una historia inquietante y aterradora. Hasta ahora es mi relato favorito de cualquier género; obviamente, más por razones personales que por razones objetivas.

 

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Creo que porque me hace sentir como un niño todavía; como que estoy jugando. Recuerdo que mis primeros textos eran de corte fantástico y satírico. Siempre me he sentido cómodo escribiendo de esa manera, además, al tratar de escribir historias realistas, siempre he encontrado la frustración. No puedo simplemente. Lo que me gusta de la ciencia ficción y de la ficción especulativa en general, es que me ha permitido experimentar con mundos imaginarios. Hacerlos explotar y cambiarles de color, como si fueran sustancias químicas. A mí me gusta eso, y pienso que es una libertad creativa que no tiene la ficción mimética.

Siento que, con la ciencia ficción y en general, con la ficción especulativa, encuentro historias que en verdad me gustaría leer. La ficción mimética no me ofrece lo mismo. He leído a grandes autores como Carver, pero aun así reconozco que no terminan de atraer toda mi atención. Simplemente, el realismo no es algo que me guste ni me interese; tampoco el drama o lo emocional.

 

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

Creo que ha sido Sancho Panza en el Quijote. En él vi una transformación de alguien crítico a alguien que termina ingenuo. Igual con el Quijote, quien termina invirtiendo su condición de ingenuo a la de un escéptico. Pero creo que, Sancho es uno de mis personajes favoritos o los que más recuerdo. Otro personaje es Wilson de 1984; en este caso, su desarrollo es directamente encaminado hacia el colapso total de su persona y humanidad. Creo que es uno de los mejores perfiles que he leído. Otro, creo yo, que recientemente me ha cautivado, es monstruo creado por el doctor Víktor Frankenstein, de Mary Shelley. El monstruo es alguien elocuente, alguien que tiene ganas de recibir amor por parte de la humanidad, pero termina rechazado y desarrollando rencor y deseo de venganza. Es un personaje que logra producir consternación por su lado bondadoso y su faceta violenta.

 

¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

Recuerdo que mi primer texto como tal fue prácticamente una paráfrasis de un documental de dinosaurios, así que en él lo que hice fue solo describir que estaba mirando dinosaurios en su entorno. Tenía 7 años, así que fue un texto muy breve y con muchos fallos de ortografía. Después, como a los 9 escribí un cuento de género fantástico en donde Hernán Cortés se encontraba con una ciudad flotante en el triángulo de las Bermudas, había portales en el tiempo, dinosaurios y hasta hechiceros. Otro texto (también de mi infancia) trataba sobre una invasión de extraterrestres cuyo único objetivo era la compra de toda la producción de jamón ibérico de la Tierra porque habían viajado desde muy lejos para hacerse unos emparedados. Estos fueron como tal mis primeros textos que, los hice por diversión. Aun no sabía de la existencia de revistas literarias ni que existiera un mundo editorial y de escritores como tal.

Pero, si hablamos de mi primer texto como tal, ya un texto serio, podría decir que el primero que publiqué era un microrrelato de apenas 120 páginas sobre el trayecto de un alma hacia el inicio del universo, al big bang, y como la luz de esa gran explosión era en realidad la luz final que veían la gente al morir; por lo que la historia trataba de eso, que las almas se reciclan y vuelven al principio del tiempo y reencarnan en algún otro organismo del futuro. Este lo publiqué a los 19 años en La Sirena Varada y podría decirse que fue el inicio de mi carrera de escritor como tal. Llevo ya casi 3 años desde la publicación de ese cuento y en todo ese tiempo he cambiado muchísimo en mi manera de escribir.

 

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

Hablando con mis textos primerizos, el de los extraterrestres que invaden la Tierra por el jamón ibérico, creo que lo extendería para hacerlo un relato largo de corte satírico. Lo haría porque creo que la premisa tiene ese absurdo demencial que tanto me encanta leer. Quizás con un buen trabajo de edición, pueda rescatar esta idea y convertirla en una novela hilarante.

Sobre mi primer texto publicado en una revista, creo que no cambiaría nada. Fue un texto de apenas 120 palabras. Releyéndolo creo que está bien como está. Y es que está ya tan reducido que me parece que no lo sobra ni falta.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

Siempre escribo secuencialmente. Del inicio al final del relato. No me gusta empezar un relato a la mitad o escribiendo el final. Yo, francamente, en algunos casos llego a improvisar, sobre todo en mis relatos satíricos. En los relatos más serios, tengo una idea general, algo así como: ¿qué pasaría si los delincuentes secuestraran la mente de la gente? Y ya me voy imaginando la tecnología para eso y luego, hasta el final, cómo encajar eso con una historia. La mayoría de mis relatos actuales inician con una pregunta. Por ejemplo, mi último cuento publicado, El bosque se apaga, que aparece en Sci:FdI de la Complutense de Madrid, trata sobre un planeta donde todas las criaturas vivas son de fuego. Entonces, mi pregunta ahí fue: ¿Y si el agua fuera como el fuego?, ¿Y su nosotros fuéramos de fuego? Y también surgió de un interés por las catástrofes ambientales referentes a los incendios que cada vez más ocurren en el país.

Pero, si hablamos de rituales; la verdad es que no tengo uno. Escribo cuando me siento inspirado o cuando creo que puedo hacer un buen inicio de una trama que me lleve a un lugar. Si no es así, dejo la idea descansar, días, semanas o meses, hasta que logro darle un curso decente.

Por ejemplo, recuerdo que uno de mis textos, La otredad, un cuento que también aparece en Sci:FdI, tuvo alrededor de 8 versiones antes de la definitiva. Recuerdo también que tardé aproximadamente 10 meses para escribirlo. Me pasa que, con ciertas premisas para cuento, mi forma de trabajar habitual no está a la altura de la ejecución. Por lo que me concentro en otras cosas.

Lo fundamental para mí es no forzarme; porque las veces que lo he hecho terminé abandonando lo que estaba haciendo.

Una vez, Daniel Centeno comparaba esto con una pizza. Si uno la hace apresurado, aunque sea con los mejores ingredientes, lo más probable es que esa pizza resultará en una aberración incomible. Lo ideal es, hacer las cosas con calma, y disfrutar del proceso.

En mis primeros dos años escribiendo y publicando, hacía cuentos muy seguido y publicaba frecuentemente. Digamos que un cuento cada mes y a veces hasta dos. Pero, me di cuenta que eso es desgastante, o por lo menos para mí. Además, que en ese tiempo mis textos eran muy cortos, máximo 5 páginas. Y bueno, que creo que uno cambia de forma de trabajo a cómo se sienta.

Un cuento corto no ofrece la misma libertad en cuando a profundizar el ambiente, los personajes, los conceptos e incluso el ritmo temporal que se está manejando. Es como hacer un gran dibujo o una pintura. Se convierte en todo un ejercicio de meditación en el que uno termina elaborando la arquitectura de un paisaje. Mientras que, con un cuento breve, considero que todo debe ser extremadamente condensado y extremadamente puntual.

Es cierto que el cuento gana por K.O. pero también creo que esa idea del cuento como una pequeña píldora explosiva queda ya muy atrás. El cuento tiene tantas definiciones y tantos defensores como detractores de esas definiciones. Por ejemplo, los cuentos de Ted Chiang en Estados Unidos son como tales cuentos; mientras que en México son noveletas o ya de por sí novelas cortas. Hay otros que dicen que cuento es aquella narración breve de entre 1 a 10 páginas, etc...

Creo que, una de las cosas que me planteo al escribir, es precisamente olvidarme de estas definiciones limitantes y escribir lo que se me dé la gana y olvidarme de una extensión máxima. Es, hasta donde legue y resista.

 

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Cierto día pensé que tenía un texto decente para publicar (todos tenemos ese momento en que creemos que nuestra obra podría ser relevante y, la mayor parte del tiempo, es intrascendente); así que me puse a buscar revistas literarias. Recuerdo que una que me gustó mucho a primera vista fue La Sirena Varada, que ahora está extinta, pero que en aquellos tiempos (hablo de hace 3 años), era un referente en la literatura fantástica online en español. Era una de las que tenía mayores seguidores y mandé un texto que me fue publicado ahí. Luego, terminé publicando otros dos cuentos de 4 páginas y finalmente mi novela (y único libro publicado hasta la fecha).

Ya después de ahí, fui descubriendo otras revistas y fui publicando otros de mis textos. También conocí a muchos escritores, algunos de los cuales se han convertido en grandes amigos como Daniela L. Guzmán y Daniel Centeno; con quien tengo el gran gusto de poder co-editar la revista Primero Sueño.

  

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

No creo que cambie mucho. Las grandes editoriales tienen mucho poder y dudo que en las siguientes décadas exista un cambio significativo que las termine por extinguir. Es lo mismo que pensar si los bancos se extinguirán, cuando tienen existiendo cientos de años; al igual que los hospitales. En cuanto a autores noveles y editoriales más pequeñas, creo que existen varios modelos que están en la actualidad en boga, como el fondeo por plataformas como Kickstarter o el sistema de suscripciones. También hay otras propuestas como impresoras en librerías que dan al comprador su libro deseado, que no es más que la impresión bajo demanda que algunas plataformas como Amazon están implementando y popularizando.

Creo que más que desaparecer, se sumarán otros sistemas en los que el consumidor y el autor tendrán más opciones de interactuar.

Como tal, la auto-publicación no es algo del otro mundo ni es algo realmente nuevo. Ya en el renacimiento las imprentas accedían a la publicación de obras, algunas anónimas, si el autor llevaba el capital suficiente para pagar la impresión. Un ejemplo es el libro de memorias de Jerónimo de Pasamente que cita Miguel de Cervantes en el Quijote y que fue de hecho, una auto-publicación de la época.

Ahora, con la masificación editorial y el cada vez más sencillo acceso a un proceso editorial de calidad, pienso que tenemos muchas opciones como escritores para dar a conocer nuestra obra. Un ejemplo son las revistas literarias, antologías y por supuesto, la auto-publicación de volúmenes enteros.

Ahora bien, un gran reto para esto es lidiar con la competitividad en cuanto al alcance que tienen las grane editoriales. Un gran capital económico significa mayor posibilidad de gestionar redes, marketing y un público objetivo. Aunque, a decir verdad, eso tampoco es imposible para autores noveles.

 

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

La verdad desconozco si mi obra logre tener algo de interés para un público, y desconozco si actualmente exista como tal un público (sobre todo, personas no escritoras) que se interesen en lo que escribo. Lo que sí sé, es que si mi escritura cambia será por mis intereses y por mis inquietudes al momento de plasmar ideas. No tengo los mismos intereses que cuando era niño o como los de hace 3 años.

Lo que sí sé, es que actualmente me encuentro en una etapa de pausa, donde tengo varias ideas, pero no he escrito absolutamente nada sustancioso desde hace más de 8 meses. He escrito, por así decirlo, un par de divertimentos, y ensayo (ensayo científico, por ejemplo). Estas ideas que están en pausa, siento yo, me exigen mayor concentración, mayor energía y mayor motivación; cosas que actualmente no tengo y por las cuales no he conseguido plasmas estas premisas como quisiera. Actualmente, parte de esas premisas tienen que ver con el horror hacia la naturaleza, un tema que he encontrado en libros como SolarisAniquilación Los sauces. Uno de los temas que más me afectan es lo ambiental; francamente me deprime y me causa al mismo tiempo una sensación de horror; así que, tengo contemplado hablar de ello en el futuro en mis relatos.

No descarto la auto-publicación para dar a conocer mis obras a un público reducido, como mis amigos y colegas lectores; y para dar terminadas etapas de escritura, es decir, dejar de tener acumulados textos que he producido durante años. Creo que, el papel, aunque sea auto-publicado, es una manera de legitimar esas obras y dejarlas en paz y dejarse en paz uno también.

 

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

Yo siento que si llego a dejar algún legado podría ser más en la divulgación científica que en la ficción. Con la ficción siempre hay corrientes, modas o ideas artísticas que se ponen en boga y determinan si cierta obra o no está dentro de lo que se suele leer en el momento. Además, como escritor de ficción, uno puede tener una buena obra y luego tener muchas malas. A veces se repiten vicios al narrar que terminan cansando al lector. Creo que al creador de ficciones se le exige mucho más que al que solo divulga.

Yo pienso que la divulgación científica no está tan enfrascada en corrientes de escritura y tampoco está bajo el foco de la exigencia en cuanto a la originalidad, de encontrar una nueva forma novedosa y revolucionaria de contar historias. Un ensayo tiene su estructura definida que muchos autores repiten. Un texto de divulgación también. Realmente, yo no noto mucha variación o tanta experimentación como en la literatura ficcional. Si un texto de divulgación logra comunicar eficientemente una idea compleja, cumple su objetivo y, por su utilidad comunicadora, resulta (desde mi punto de vista), más redituable que el texto literario enfocado en la prosa o poesía.

Crudamente, yo pienso que, al día de hoy, a los textos de divulgación científica si se los lee de verdad por la utilidad práctica y pedagógica que hay intrínsecamente en ellos. Mientras que a los textos de ficción se los lee en menor medida; ya sea por la corriente o moda en boga, o por las limitaciones del contexto sociocultural del autor. Como ejemplo, yo soy de Nayarit, un estado de México, donde lo que más se lee es poesía y relatos referentes a leyendas del folclor local. La ciencia ficción es un asunto casi desconocido que resulta hasta cierto punto incompatible con esa relación de tradición hacia las leyendas.

 

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Algo que muchos otros recomiendan: no apresurarse por publicar.

Otro consejo es escribir lo que se quiera, lo que venga a la gana.

Eso sí, considero importante (por no decir, fundamental), encontrar personas con los que se puedan intercambiar textos, críticas, retroalimentación y todo lo que venga de la mano de una opinión sincera y respetuosa al texto.

Ojo, que es importante saber diferenciar de una crítica las cosas que realmente ayudan al texto y las que terminan por perjudicarlos. Habrá personas que serán muy críticos-destructivos y otros que sabrán ver el potencial del texto.

Al final, uno sabe y siente si el texto que se ha escrito es bueno o no. No se trata de satisfacer el gusto de otros, sino satisfacernos a nosotros. Por ejemplo, si a nosotros nos gusta cocinar pizzas porque nos gustan, haremos la pizza de acuerdo a nuestras necesidades y deseos. Cuando compartimos esa pizza con otras personas, pueden no gustarle esta clase de comida. Al igual que a nosotros no nos puede gustar lo que a ellos.

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