POÉTICAS PERSONALES: YOSS
En España se consagró con el Premio de la Universidad Politécnica del Cataluña para Ciencia Ficción, el mítico UPC, pero también se alzó con otros premios de importancia: el Domingo Santos y el Alberto Magno. Estos premios, que menciono porque lo proyectaron a la escena internacional, son sólo el corolario de una obra que ya venía fraguándose desde Cuba tras los premios David, Revolución y Cultura, Luis Rogelio Nogueraso o el Calendario.
La primera obra que le leí, Se alquila un planeta, es una sátira muy fina sobre la circunstancia cubana, país que habita el imaginario colectivo de todos los hispanoamericanos y que proyecta, según sean las inclinaciones políticas de cada quien, todo aquello que debiera ser la utopía liberadora de Hidalgo, Bolívar o Martí, o todo aquello que no debe ser, tan lejano del modelo de progreso y libertad que muchos confieren a la superpontencia del norte. En la novela, la tierra devastada es rescatada por extraterrestres y convertida en un paradisíaco puerto turístico, donde los humanos no pueden sino acomodarse por algún resquicio para sobrevivir: huir, trabajar para el nuevo régimen altamente burocrático, prostituirse, ser vendedor de paraísos artificiales o contrabandistas. Lo mejor de la novela, además de la temática y la crítica que provoca, es el lenguaje desenvuelto del autor, y la serie de pequeñas historias interconectadas que provocan una lectura ágil, que mantiene al lector interesado en la novela y que le invita a avanzar.
Otro libro que le conozco y que disfruté bastante fue Super extra grande, que no dudo le encantaría al escritor nayaritense Victor Parra Avellaneda. Es un libro bastante extraño sobre un zoólogo/veterinario terrestre que debe explorar la fauna extraterrestre. En esta libro hay escenas bastantes alocadas donde el protagonista va descubriendo sobre el universo y sobre sí mismo, dejando de lado su chauvinismo característico y abriéndose al cosmos.
Yoss tiene muchos otros libros, muchos de ellos bastantes difíciles de conseguir, supongo que por las particularidades del mundo editorial cubano, pero verdaderamente lo recomiendo.
Además, como nota aparte, en las entrevistas tele y radio que le he podido ver y escuchar, es sumamente interesante su visión sobre la cifi y el rol de los escritores y artistas en el mundo. Su personalidad trasluce plenamente y descubrimos no sólo al autor prolífico, sino al rockero, al pensador que se esconde tras una fachada que va del Jack Sparrow al Punisher, pasando por Conan el bárbaro o un Bon Jovi, o será más bien un Richie Sambora, en su época más glam. En sí, un personajazo que no pasa desapercibido, totalmente sui generis como son los grandes artistas de la historia.
Así que sin más, busquen su obra, compartan y lean, y que sus lecturas sean siempre felices.
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¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y los libros?
Aprendí a leer mirando por encima del hombro de mi padre, cuando recién había cumplido 4 años. Él, en su butaca favorita, estaba absorto en Chacal, el famoso thriller político de Frederick Forsyth… y yo, subido en su regazo, algo molesto porque no me prestaba demasiada atención, miraba aquellas hojas llenas de huellas como de paticas de arañas y moscas y lo interrogaba, tan incansable como sólo puede ser un niño: “¿Y esta letra, cuál es” Ah, la eme… ¿y esta otra? Ah, la a… ¿y m con a, cómo suenan juntas? Ah, claro, ma…” mientras que él, paciente como un monje budista, me respondía cada vez. Y yo tomaba nota mental.
Hasta que, al cabo de algunas semanas, de pronto le pregunté ¡nunca lo voy a olvidar! “¿Y esta palabra, sodomita… qué significa?” Ahí fue que ambos nos dimos cuenta de que ya había aprendido a leer ¡solito! así que me mandó al diccionario a averiguar lo que era aquello. Que no era algo exactamente fácil de explicar, para un padre, a su hijo pequeño, supongo.
Y desde entonces no he parado… ni de leer todo lo que me cae en las manos, ni de buscar en el diccionario, el gran amigo de todo lector y escritor que se respeten, cuánto término nuevo y/o desconocido encuentro en las páginas que devoro.
Porque uno nunca termina de dominar un idioma. Ni siquiera el suyo.
¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?
La misma por la que sigo, tercamente, leyendo tanto, incluso en estos tiempos de monopolio audiovisual casi aplastante de filmes y series: que, al absorber la información desde la página escrita, la última palabra siempre la tengo yo. Mi propia subjetividad es la que decide exactamente qué rostro tiene cada personaje, cómo luce cada paisaje ficticio.
Al punto que, durante años me molestaba bastante que, cada vez que veía una adaptación fílmica o televisiva de Los tres mosqueteros, El corsario negro o Robin Hood, algunas de mis aventuras literarias favoritas de la infancia, los actores elegidos para representarlos casi nunca se parecían mucho a como yo había imaginado a los personajes. Hasta que me di cuenta de que cada lector crea sus propios héroes. Sólo los más recientes videojuegos, esos en los que puedes modificar casi a tu antojo la skin de tu avatar, para que sea justo como quieres, pueden competir un poco con la libertad de imaginación que ofrece la literatura… aunque, en mi humilde opinión, al final también acaban cediendo ante ella ¡porque los libros no necesitan baterías ni electricidad!
¿Recuerdas que te atrajo del primer libro leído por elección propia?
Perfectamente. Fue Los conquistadores del fuego o La guerra del fuego, la aventura prehistórica del francés J. H. Rosny Ainé. En las páginas del semanario infantil cubano Pionero, que yo leía con fervor, había aparecido una versión en historietas, que no pude seguir completamente… así que cuando, teniendo yo 5 años, mi padre se apareció con la novela, ilustrada con viñetas de aquel mismo comic, me zambullí en sus páginas con el entusiasmo de quien se reencuentra con un viejo amigo. Y eso que el libro sumaba más de 200 páginas, y contenía mucho vocabulario nuevo.
Todavía recuerdo sus primeras frases “Los ulhamr huían llenos de terror. El fuego había muerto…”
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?
Podría decirse que no…salvo aprovechar cada minuto: leo cuando desayuno, almuerzo y ceno, en la mesa; cuando me lavo los dientes; cuando me siento en la taza del inodoro. A veces cuando me estoy vistiendo; entre serie y serie de ejercicios, en el gimnasio; cuando vuelo en avión y antes de dormir. Me gusta leer acostado bocarriba, y cuando niño y adolescente, también disfrutaba hacerlo bocabajo. En realidad, ahora que lo pienso, nunca me ha gustado leer sentado, convencionalmente. No pongo música, ni necesito beber nada, ni exijo silencio a mi alrededor para concentrarme: enseguida me sumerjo en la trama. Y si tengo que dejar la página, tampoco es problema: vuelvo a conectarme rápidamente, cuando la retomo. Soy de switch fácil, pudiera decirse, como lector, y la concentración es uno de mis superpoderes. Supongo que es una gran ventaja… además de leer muy rápido: sin esforzarme demasiado, he llegado a asimilar 150 páginas por hora. Y cuando me prestaban un libro grueso que debía devolver al día siguiente, incluso más: llegué a leerme El nombre de la rosa, de Umberto Eco, en una sola noche… lo mismo que Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari. Grandes victorias personales, ambas, que aún recuerdo.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?
Ahora mismo, estoy leyendo Ama de la oscuridad, la segunda novela de la serie de Dorina Basarab, la dhampir, de Karen Chance. Es romántico fantástico, ese subgénero obviamente concebido para adolescentes calenturientas fanáticas de Wattpad… pero varias amigas me habían hablado con entusiasmo de la saga, así que me dije: “si ya conoces las Crónicas Vampíricas de Ann Rice; el ciclo de los vampiros sureños de Charlaine Harris, que inspiraron la exitosa serie televisiva True Blood; y las novelas de Anita Blake cazadora de vampiros de Laurell K. Hamilton… ¿qué puedes perder? Seguramente no serán tan fresas como la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer, el súper best seller…”
Y no; por suerte, no lo son. Aunque tampoco sean como para premio. Igual se puede aprender mucho sobre cómo llegar a los lectores actuales, tan sólo leyendo atentamente sus favoritos. Eso sí: confieso que antes me corto las manos que caer en el BDSM barato, tipo 50 sombras de Grey. Uno se debe un mínimo de autorrespeto, como creador; hasta el fanservice tiene sus límites.
En tu formación como escritor ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia?
Más de uno, por supuesto, y para ser sinceros. Ya sabes; quien imita a uno, es plagiario; quien copia a muchos, y lo mezcla bien, pasa por original.
Obviamente, mis primeros paradigmas literarios fueron los autores clásicos de aventuras: Verne, Salgari, Sabatini, Curnwood, Conan Doyle, Hemingway. Gestas en sitios ignotos, llenos de peligros y monstruos.
Luego, mi pasión por los libros de viajes y la épica me llevó a la ciencia ficción, y descubrí a H.G. Wells, Robert Heinlein, H. P. Lovecraft, Frederik Pohl, Robert Silverberg, Brian Aldiss, los hermanos soviéticos Arkadi y Boris Strugatsky, el polaco Stanislaw Lem, el checo Karel Capek y un largo etcétera.
Y en la tercera etapa, cuando ya había comenzado a escribir, y quería hacerlo cada vez mejor, traté de aprender las técnicas de los maestros de la prosa hispana, inglesa e italiana (los idiomas en los que puedo leer mejor). Ahí fue que empecé a leer más atentamente a Carpentier, Vargas Llosa, García Márquez, Roa Bastos, Jardiel Poncela, Cortázar y Luis Britto. También a Sinclair Lewis, John Dos Pasos, John Updike, Charles Bukowski, William Saroyan, Edgar Allan Poe, William Faulkner, Stephen Thomas Pynchon, Tom Clancy… uf, la lista es larga y variada con autores reconocidos y otros que nunca ganarán un Pulitzer y mucho menos un Nobel.
Y si tuviera que quedarme con diez libros (por ponerme un límite) que me marcaron, además del ya citado Los conquistadores del fuego, te pondría De Tierra a la Luna, de Verne; El mundo perdido y La compañía blanca, ambos del británico Conan Doyle; La piel, del italiano Curzio Malaparte; Vida y destino, del ruso Vasili Grossman; Los mercaderes del espacio, de F. Pohl y C. M. Kornbluth; Hiperión, de Dan Simmons; Invernáculo, de Brian Aldiss, La ciudad y los perros, de Vargas Llosa; y Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
Pero consciente de que se me quedarían muchos fuera. ¡Qué remedio!
¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?
Creo que ya te lo insinué en la respuesta anterior. Mi fascinación por los escenarios exóticos, los personajes fuertes y las peripecias desmesuradas, que me había llevado a leer tantos libros de aventuras, pronto me llevó a preocuparme porque ya no quedaban sitios inexplorados… y comenzar a leer ciencia ficción. Un género que representa la última frontera ¡que no es la del espacio, ni siquiera la del tiempo! sino la de la mente: la fantasía, la imaginación. Y me volví un fan de los premios Hugos y Nébulas. A Conan el Bárbaro y El Señor de los Anillos.
Debo aclarar que, en Cuba, hasta bien entrados los 90, apenas si se publicaba fantasía: para la ideología marxista aplicada a rajatabla, el de Tolkien y Howard era un género conflictivo, ya que hablaba de magia y seres fantásticos. Lo que implica dioses y, como la religión, ya se sabe, es el opio de los pueblos, según Marx… ¡cuidado!
Luego, de tanto leer CF, en el verano del 84, cuando mi padre me anunció que no había encontrado en las librerías ningún título nuevo o que yo no me hubiera leído ya, de mis géneros predilectos… decidí que debía escribirlo yo mismo. Pero me salió algo tan horrendo y adocenado que me picó el orgullo ¿cómo, habiendo leído tantas cosas buenas, no podía producir sino tal bodrio? Así que me apliqué, me tomé en serio el asunto de la creación… y 40 y pocos años después, en eso sigo. Si bien lo hago un poquito mejor, creo.
¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?
Creo que podría citarte a cinco: el capitán Nemo de Verne, Sandokán y Yáñez, de Salgari; Andrea Orsini, de Príncipe de los zorros, de Samuel Shellabarger; Roscharch, del cómic Watchmen, de Allan Moore, y Estraven de La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. LeGuin. Sé que enseguida alguien dirá que faltan personajes femeninos, pero ¡todavía lo considero una asignatura pendiente! Es de veras difícil, para un hombre, reflejar bien la psicología femenina ¡casi somos dos especies diferentes!
¿Crees tú que el escritor cubano tenga un carisma distinto a los escritores de cualquier otro lugar, y cuál sería su particularidad?
Supongo que, si alguna característica distintiva tenemos, como autores, podrían ser estas tres:
I-Hemos bebido de dos tradiciones literarias: la occidental clásica, y la ruso-soviética, así que tenemos una base de lecturas y éticas más amplia que otros creadores del español.
II-Como cultura, nos define un humor sarcástico, burlón e irreverente, una capacidad para no tomar nada en serio, para burlarnos de todo, que siempre aflora en nuestra escritura. Por muy serios y solemnes que queramos ser.
III-Por haber pasado por más de 65 años de Revolución, con sus imperativos ideológicos y sus vetos, hemos aprendido muy bien cómo evadir la censura… y las maneras de hablar de lo que, en teoría, no se puede decir. Somos muy hábiles manejando el doble sentido y las sugerencias. Burlando al poder.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?
Eh… ya lo conté arriba, básicamente. Sólo quiero añadir que, si comencé escribiendo CF y luego he perseverado en este género, pese a que el mainstream desprecia a las literaturas no miméticas, y nunca ha ganado un Nobel un autor fantástico… es porque, en mi opinión, uno siempre escribe lo que más le gusta leer, si es sincero.
Si pudieras reescribir tu primer texto ¿Qué harías diferente/igual y por qué?
Mi primer cuento, escrito cuando tenía 15 años, se intitulaba El planeta rojo y, desde el topiquísimo título, era la concreción viscosa de todos los defectos escriturales habidos y por haber… incluyendo hasta algunos nuevos, me temo. Nunca lo he retomado; no creo que hubiera mucho de valioso en ese texto… más allá de la misma voluntad de escribir.
Desde entonces, cuando no quedo contento con un cuento, prefiero empezar otro, antes que perder tiempo intentando salvar lo insalvable.
Aunque admito que, alguna que otra vez, años más tarde, he retomado alguna idea miserablemente desperdiciada en un texto infortunado.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica para escribir?
No soy muy de rituales. Como ya dije, no bebo alcohol ni té ni fumo, no necesito música para escribir. Me basta con sentarme al teclado, comenzar a releer los últimos párrafos que escribí la vez anterior, corrigiendo alguna que otra palabra. Y así, una vez imbuido del espíritu del texto, cuando llego a la última línea… simplemente sigo escribiendo. Como por inercia.
Luego reviso. Muchas veces. Me gusta, y aunque sé que no existe la página perfecta, creo que cada vez me acerco más a la que me satisface por completo. Que ya es bastante.
Aunque el proceso no es infinito, claro: al cabo de diez o doce revisiones, justo cuando me parece que podría comenzar a odiar mi texto…lo dejo, esté o no contento: si uno no disfruta el proceso ¿para qué escribir?
Obviamente, no por el dinero…
¿Cómo ocurrió tu ingreso al mundo editorial?
Muy fluidamente, pudiera decir: al ganar mi segundo certamen literario importante, el David de CF, en 1988, el premio incluía la publicación del libro en UNIÓN, la editorial de la Unión de Escritores de Cuba. Entonces, mi primer editor fue José Rodríguez Feo, una auténtica institución de la cultura cubana, mecenas de las revistas Orígenes y Ciclón y amigo personal de José Lezama Lima y Virgilio Piñera.
Luego, simplemente, he presentado textos a las distintas editoriales cubanas, que son todas estatales, o me los han solicitado de algunas extranjeras, que pagan mucho mejor. Y ha ganado algunos concursos más. Hasta el punto de que hoy, literalmente, puedo decir que vivo del cuento… y de la novela, el artículo, la crítica, el prólogo, etc. O sea, soy escritor profesional, y me muero de hambre con cierta dignidad.
Aunque también he hecho edición o corrección de estilo, por supuesto. Hay que vivir y los derechos de autor no alcanzan nunca.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los próximos años?
Muy buena pregunta. Ahora que, tras los libros digitales y sitios de seudoliteratura, como Wattpad, las IAs han irrumpido con fuerza demoledora en el ambiente creativo, tanto en las artes plásticas como en la literatura, resulta difícil predecir cómo será el futuro cercano.
Los pesimistas que nunca faltan profetizan, sombríos, el fin del libro como concepto. Dado que cualquier podrá escribir y, a la vez, los editores no podrán ganar suficiente con cada título. Así como que las IAs podrán suplir lo que hoy hacen los escritores fantasmas, editando las memorias de cualquier famoso para convertirlas en auténtica literatura… o algo que, al menos, se le parezca de modo convincente.
Pero, en lo personal, quiero creer que siempre habrá quien necesite leer algo creado por un ser humano que maneja mejor las palabras que la mayoría de sus contemporáneos. El cine no mató al teatro, ni la TV al cine, ni las computadoras a la TV.
Eso sí; la literatura tendrá que enfrentarse a un reto como nunca antes conoció. Rehacerse, reinventarse… lo que, dicho sea como de paso, rara vez hace daño a ninguna manifestación artística, sino todo lo contrario.
Dadas las posibilidades editoriales futuras ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?
Como dije arriba ¡y me temo que ya varias veces! estoy convencido de que siempre escribimos lo que más nos gusta leer. A veces he pensado que, si hubiese nacido y crecido en otro país, donde cada semana se publicaran 15 o 20 títulos de CF y fantasía… quizás nunca me habría convertido en escritor, ansioso por leerlos todos.
¿O no?
Porque ¡de veras quiero creerlo! los escritores no somos, simplemente, lectores frustrados, sino algo más. Personas a las que nos crecen dentro historias, y necesitamos contarlas.
Y no creo que ni todos los avances digitales ni todas las IAs del mundo consigan cambiar eso. Así que supongo que seguiré escribiendo… incluso si nadie compra mis libros. O ni siquiera los publican.
Uno no es escritor porque quiere ser rico o famoso; lo es porque no puede evitarlo. Así de simple y de triste… o de maravilloso.
¿Cuál quisieras que fuese tu legado en la literatura?
No soy particularmente ambicioso. No me preocupa demasiado el futuro.
Si acaso, quisiera que, dentro de 100 años, todavía se leyeran mis cuentos y novelas. Y que sus lectores pensaran “qué buenas ideas, qué entretenido, qué divertido, qué buen rato me está haciendo pasar este autor… ¡quiero leer más textos suyos, aunque nunca haya ganado un Nobel!”
Con eso me bastaría.
Entre otras razones, escribo CF porque quiero advertir a mi público sobre las consecuencias futuras de las acciones y decisiones que se toman hoy. Prepararlos para el futuro, que va llegando segundo a segundo. Pero también porque quiero abrirles la mente, hacerlos pensar fuera de la caja… ¡y entretenerlos, de paso, que tampoco es un pecado capital!
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Excelente entrevista. Mi amigo y colega, un monstruo de las letras cubanas en el mundo.
ResponderEliminarExcelente entrevista. Mi amigo y colega, un monstruo de las letras cubanas en el mundo.
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