POÉTICAS PERSONALES: KARLA BARAJAS
A Karla Barajas la descubrí en una antología de Quark Ediciones Digitales, una editorial en línea que se especializa en la minificción.
Después me di cuenta de que Karla también figuraba en diversas antologías de minificción donde también se encuentra mi obra, sobre todo editadas por la BUAP.
Finalmente descubrí que tiene un libro titulado Donde habitan las muñecas, mismo que pueden descargar libremente y que recomiendo ampliamente. Igualmente, ha sido antologada en diversas antologías de escritoras de México.
Karla es chiapaneca y ha publicado con la afamada La tinta del silencio Cuentos desde la Ceiba, el número siete de la colección Bocanada. Es una selección de una veintena de minificciones potentes donde explora la femineidad y el poder de la mujer, la condición amplia de ser mujer en un mundo donde su rol estaba relegado.
También ciertas cuestiones ligadas al sur de México, el territorio, a veces mitológico, chiapaneco, la selva y su vegetación espesa, la fauna peligrosa, pero maravillosa, el pasado prehispánico y la hispanidad.
Muchas de sus ficciones tocan temas fuertes, incluso horrorosos, con un toque sútil de humor, como en su minificción La mapacha, que reproduzco aquí para abrir la curiosidad para leerla:
¿Otra vez metida en el negocio? Encontré tu ropa brillosa, los calzones con lentejuelas, las medias, las botas a la rodilla. ¡Hija, no tienes necesidad de estar metida en esas cosas! No es de mujeres decentes estar rodeada de hombres gritándote:
¡Dale duro, Mapacha, dale con todo!
Lo que haces no es de Dios, recapacita, deja esas tonterías de ser luchadora.
Así que sin más, les solicito buscar su obra y que sus lecturas sean felices.
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¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?
En casa había revistas, un diccionario médico, un libro de sexualidad y la colección de tomos de Mafalda. La lectura era principalmente una herramienta para aprender oficios y obtener dinero, salvo Mafalda, que representaba un placer valorado. A mi mamá le molestaba que leyera sus tomos porque los maltrataba, así que me escondía para hacerlo una y otra vez. Por eso valoraba mucho los libros de lecturas enviadas por la Secretaría de Educación Pública; eran los únicos que sentía como míos y contenían maravillosas lecturas, desde mitología hasta cuentos de Cortázar y Rosario Castellanos.
En mi entorno, la lectura era vista como ocio, de una manera negativa; era preferible tener a una niña frente al televisor o haciendo algún quehacer, pero a mí me atraía el placer de imaginar las historias en el papel, crear voces distintas, conocer héroes, dioses y diosas de la mitología. En ese tiempo, series como Xena y Hércules estaban en auge, con una profunda intertextualidad. En ese descubrimiento, comprendí que leer, en un entorno que no favorecía al hábito de la lectura y que veía esto como un acto de pereza, era una forma de resistencia y de ejercer un derecho al ocio, al placer. Además, una manera de no sentirme sola; el libro me permitía establecer un diálogo, incluso en un hogar en donde sentía que no había con quien hablar.
¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?
La empatía. Recuerdo haber llorado por un personaje ficticio y sentirme acompañada en mi soledad, en mis momentos de angustia y en mis alegrías. Una vez, mi hermano Paco lloró al terminar de leerle, en voz alta, Macario, de B. Traven; aunque él era niño, se colocó en el lugar del personaje, y al escuchar el final, gritó y lloró. Yo no había visto su expresión, pues estaba concentrada en la lectura. La literatura nos permite ponernos en el lugar de otros y vivir diferentes experiencias y vidas.
¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?
Sí. Fue mi entorno. En secundaria, la maestra de literatura nos entregó un listado de libros y podíamos elegir uno al mes. Así, pude tener mi primer libro: Frankenstein. Lo elegí porque crecí en un ambiente hospitalario, con una fascinación por los monstruos y cuando descubrí que el pobre monstruo fue creado por el capricho del doctor Víctor Frankestein, luego lo abandonó, a pesar de que su creación tenía un alma pura, limpia, me identifiqué con su abandono y la crudeza del mundo.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?
Mi preferencia sería en silencio. Durante muchos años, leía de madrugada, pero eso me afectó la salud, ya que empecé a perder palabras, mi herramienta de trabajo. Desde entonces, leo en la mañana y volví a leer con ruido y sin ruido, mientras espero a mi hija en el básquetbol, a la salida de la escuela. Sin conciencia, nació un ritual: sentarme, apoyar el libro sobre la mesa, tomar café, y que mi Vainilla se recostara sobre mis piernas mientras leía. Cuando ella murió, el garage se llenó de silencio, el resto de perros estuvo de luto y yo sentí un vacío en las piernas y en el pecho. Ahora, vuelvo a leer, a veces sola, otras acompañada por algunos de mis perros.
Disfruto la lectura y suelo subrayar frases o marcar pasajes que me gustan. Cuando un texto me cautiva o me sorprende, intento entender qué es lo hizo especial o me hizo volver a leerlo. Intento entender qué hizo la autora o autor, hago anotaciones en un cuaderno o en la última página del libro y luego las comparto si doy un taller, charla o expongo, porque de esa manera, descubro nuevas formas de comprender el texto y quizás logre contagiar mi gusto por él.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?
Mapamundi del imperio, Minicuentos insólitos, maravillosos y fantásticos, del escritor Harold Kremer. Me atrajo por su diversidad: cada minificción, puede contener una historia sumamente dura, se presenta con ternura y tiene la capacidad de conmover, dejar un soplo en el corazón, una sonrisa o tristeza. Cada texto produce sensaciones, reflexiones, placer o tristeza.
En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?
Cuentos de Julio Cortázar. Tomo II. Su obra despertó en mí muchas preguntas: ¿por qué no hay una atmósfera definida? ¿por qué no puedo imaginar la cara del cronopio? Con el tiempo, me di cuenta de que esa ambigüedad permitía que cada lector imaginara a su manera a los personajes. Un día me supe cronopia. Empecé a catalogar a las personas en Cronopios, Famas y Esperanzas, y disfruté enormemente la creatividad que Cortázar promovía. Su juego de palabras, la fantasía de personajes, la transmutación de especies, y el viaje en el tiempo. Disfruté “de esa grave ocupación de querer jugar” de Julio y me di cuenta cuál es la importancia del lector que se vuelve cocreador. Si buscas en internet encontrarás muchos cronopios y cronopias, soy una de ellas. Y otras como la Dra. Dina Grijalva a quien la conocemos afectuosamente como Cronopia mayor.
¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?
Durante la universidad, escribía textos breves, usando personajes de la mitología o cuentos, y les creaba historias. Sin saberlo, producía textos breves, ficticios, fantásticos, con intertextualidad, ironía y humor negro. Escribía cuentos y minificciones, aunque entonces desconocía la nomenclatura y su significado. Desde entonces, me gustó su escritura, cultivar, coleccionar libros y saborear cada propuesta literaria.
¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?
El monstruo de Frankenstein fue muy importante, ya que al leer su historia, encontré similitudes de mi vida. La transformación del ser amoroso a un asesino me hizo empatizar con él y reflexionar, a pesar de las circunstancias, no me gustaría terminar como él, acabar mi vida para destruir a quien me dañó.
Otro personaje que me marcó fue Don Quijote; me divertí mucho,y aunque debo releerlo, su carácter cautivador y la admiración por sus sueños y su visión de la realidad, me impactaron. En secundaria, nos dejaron leer el Cantar del Mio Cid y para mí fue terrible, lo leí en una biblioteca, hacía mucho calor, no entendía lo que decía y no podía imaginar ni al Cid, pero sí a Don Quijote. Con el tiempo encontré a más personajes que me cautivaron, como Ana Karenina, Madame Bovary. Lucy Wenstenra entre otras.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?
De manera espontánea, sin una planificación previa y por una necesidad creativa. Quería crear historias fantásticas y me enfrenté a la hoja en blanco.
Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?
El primero lo dejaría igual para ver cómo ha sido mi proceso y poder apreciar mi evolución como escritora a través del tiempo. Si ha cambiado, mejorado y como un recordatorio de vida.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?
Sí, varía según la ocasión. Antes, solía pensar en la historia en momentos de atención flotante y cuando caminaba, hacía fila, limpiaba o hacía cualquier cosa, creaba historias. La apuntaba en un papel, llegaba a casa, me sentaba, Vaininilia me pedía un abrazo y al estar frente a la computadora, corregía el texto hasta sentir que estaba terminado. Era complicado encontrar el tiempo de sentarse, regularmente lo hacía en las madrugadas, también me pasaba que hasta que no escribía la historia no podía dormir, o que encontraba mi final a las tres de la mañana, me paraba y escribía.
Ahora puedo sentarme a escribir en la mañana, pero esa maravilla de imaginar completa la historia ya no ocurre con tanta frecuencia, así que, conservo el hábito de guardar en notas mis ideas, sentarme a escribir, y luego a corregir y corregir.
¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?
A partir de una convocatoria de La Tinta del Silencio en el 2013, que mi difunto amigo Hugo Montaño me pasó. Envié una minificción y fue seleccionada. Posteriormente, un lunes 09 de junio de 2016, recibí un correo de parte de la Tinta del Silencio, decía: “te invitamos a participar en la colección Minitauro, la cual tiene como objetivo difundir las diversas producciones actuales del género de la fugacidad: la minificción. Actualmente ya llevamos dos publicaciones: "A nadie se pulke de mi muerte" y "Al son de las sirenas", de Temok Saucedo y Mariano F. Wlathe respectivamente.”
La colección se caracteriza por una encuadernación artesanal en acordeón, utilizando como tapas imanes del tamaño de las antiguas agendas telefónicas, con un tiraje inicial de 100 ejemplares. Envíe alrededor de 35 minificciones (aprox. 150 caracteres sin espacios por cada cuento) en torno a la temática de los insectos, y ellos seleccionaron las minificciones.
Fue muy bello porque la convocatoria y la invitación me abrieron espacio en otras editoriales, en ferias de libros y en diversos espacios culturales. Por primera vez compartí mi trabajo con un público y con la familia.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?
Visualizo un crecimiento de las publicaciones virtuales, con tecnologías como códigos QR que enlazan a sitios web, y narrativas transmedia en las que los personajes tengan blogs o páginas propias, escribiendo libros o interactuando digitalmente. Sin embargo, creo que el libro impreso seguirá siendo apreciado por quienes valoran la experiencia táctil y olfativa, y que las librerías físicas y en línea seguirán siendo lugares fundamentales.
Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?
Sí. Las obras viajan en botellas lanzadas al mar, y muchas veces llegan a espacios imprevistos. Mis libros, tanto virtuales como impresos, han llegado a otros soportes y contextos, y he escuchado mis minificciones en programas radiales o en aulas, lo que evidencia su expansión más allá de lo esperado y creo que esto se incrementará con los cambios que incorporen las editoriales.
¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?
Una vez escribí un cuento de una niña gorda a la que acosaban a sus diez años, lo leí en un taller y me comentaban que era inverosímil porque tendrían que haber muchos pedófilos y que además tuvieran gustos extraños o fetiches. Conozco muy bien a esa niña y a otras mujeres cercanas que cuentan los abusos que sufrieron a partir de los ocho, nueve, diez años...
Escribí un cuento de una niña que pasaba por diversas áreas del hospital sin que le dijeran nada, hija de una enfermera que, además hacía ropa para vender, árboles de migajón y otras cosas, y en el taller me decían que era inverosímil porque no se permiten niñas en hospitales y porque las enfermeras ganan buenos salarios. Esa era parte de mi historia, yo paseaba por el hospital y nadie me decía nada, y veía los cuneros, a los niños en pediatría, hasta un nacimiento en el área labor de parto y un hombre con tanga de león, en Urgencias. Mi mamá era enfermera pero siempre estaba creando y vendiendo cosas. No sé si mi historia de vida es muy extraordinaria, no lo creo, porque he escuchado tantas historias que podrían ser inverosímiles, pero que no se cuentan porque quien las vivió no escribe. Yo tengo esa posibilidad y el enorme privilegio de poder contar la realidad que parece inverosímil para quienes han tenido más suerte y ficcionar la realidad cruda, hacerla fantástica. Para mí, a veces, escribir es dejar una huella que refleje la realidad cruda que viví o han vivido otras personas, como un acto de reconocimiento, reafirmación y resistencia.
¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?
Si le gusta escribir, valdrá la pena hacerlo con pasión y disciplina, lo mejor que le sea posible. Aunque las circunstancias sean difíciles y no tengan los medios para hacerlo o le sea difícil porque a veces no se cuenta con una computadora o internet, el tiempo escasea y el refrigerador está vacío, aún en esos tiempos, habrá que aferrarse a la lectura, escritura y corrección. Eventualmente publicará un libro, dos o tres y tendrá que reinventarse, ser crítica y también celebrarse.
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Muchas gracias por el comentario, la lectura y recomendación y la selección de "La Mapacha". Agradezco profundamente la entrevista.
ResponderEliminarMe encantó conocer más sobre tu proceso creativo y tus lecturas, y seguiré leyendo tu obra, un saludo
ResponderEliminarFelicidades, Karlita, eres una memorioso sensible y gran creadora, incansable en perseguir tus sueños, felicidades al escritor Daniel SanMateo por su trabajo y compartir su espacio.
ResponderEliminarCon gusto, Karla tiene ya una trayectoria clara y seguro seguirá ganando lectores. Un saludo
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