POÉTICAS PERSONALES: FLOR AGUILERA
Flor Aguilera es otra de mis autoras LIJ favoritas. Junto con Brozón, Malpica, Riva Palacio Obón o Chacek, constituye una verdadera escuela para todo aquel que se aventura en la escritura para niños y jóvenes.
Estudió periodismo en la Carlos Septién García y después se fue a Toronto a estudiar Letras Inglesas, además de estudiar la maestría en relaciones internacionales en París. También participó en la Escuela Dinámica de Escritores de Mario Bellatín y Nicolas Cabral, ese proyecto extraño en la Casa Refugio Citlaltépetl comandada en ese entonces por Ollé-Laprune (curiosamente yo era un chamaco y tomaba el taller, abajo, con Xhevdet Bajraj, así que quizá nos hayamos cruzado alguna vez).
Ha tenido varias residencias de escritura en Canadá y ha vivido en varios países del mundo que, de alguna forma, han informado sus libros, como en su novela para adultos El pasado es un extraño país.
Quizá su libro que más me gusta es el de Tiempo de robots, en parte por mi afición a la serie de robots de Asimov o mi fascinación con estas máquinas que parecen, o quieren parecer, humanos. Sobre todo porque estos robots de Flor son bien mexicanos y eso era algo que nunca antes había experimentado.
Así que también ustedes descubran su obra y gocen siempre con su lectura.
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¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?
Cuando tenía siete años me mudé con mi familia a Estados Unidos por el trabajo de mi papá. Llegamos a Los Ángeles, California y vivimos allí varios años. En la escuela, que quedaba a algunas cuadras de nuestra casa, y a la que empezamos a ir en bici, como muchos niños que iban en nuestra escuela, teníamos una clase que se llamaba "biblioteca". En esa clase, los niños nos sentábamos en el piso de la biblioteca, mientras que la bibliotecaria nos leía un fragmento de un libro. La maestra, Ruth, tenía un talento especial para hacer las voces de los personajes, para convertir un texto en algo muy emocionante y para encontrar el momento preciso de la historia para empezar la lectura y para detenerse. Cuando terminaba de leer todos queríamos saber qué sucedía enseguida, y corríamos para llegar primero al estante donde estaban los otros ejemplares de ese libro. Yo en general corría a una sección de la biblioteca donde se encontraban los libros de Beverly Cleary, que había descubierto gracias al primer libro que leí y que me atrapó por completo: Ramona Quimby, edad ocho años. Ramona y yo teníamos muchas cosas en común. Para empezar teníamos el mismo corte de pelo de paje, las dos hablábamos mucho, hacíamos travesuras, hacíamos preguntas sin cesar, y nos gustaba brincar como changuitas por la casa. Ramona, además, tenía una hermana mayor que se desesperaba con la forma de ser de su hermana traviesa. Hay varios libros acerca de Ramona y su vida, y los lectores como yo crecimos con ella. Esa fue la puerta de entrada al mundo de los libros y creó en mí una suerte de adicción.
¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?
Leer era muy divertido. Era un juego fabuloso, una cosa casi mágica, cómo una hoja llena de caracteres podía hacerme ver y sentir tantas cosas nuevas.
¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?
Me gustaba poder saber qué pensaba en realidad una persona, porque podía meterme en su cabeza. En la vida real eso era imposible.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?
En general leo acostada. Creo que leo así, porque es lo más parecido a soñar.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?
La semana pasada leí un libro que me fascinó. Se llama Mañana y tarde del autor noruego Jon Fosse, premio Nobel de Literatura 2023. No había leído a Fosse y fue una sorpresa enorme, una experiencia completa y sublime. Es de los mejores libros que he leído en mucho tiempo. Ahora voy a empezar otro de él que se llama Melancolía. Llegué a él gracias a una recomendación que leí en Facebook de una amiga poeta.
En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?
A los trece años descubrí a Jane Austen y leí todas sus novelas de corrido. Y luego las releí. Descubrí en ellas heroínas imperfectas y grandes historias de amistad y de amor. Esas novelas fueron una parte de mi educación sentimental y también me formaron mis gustos, en gran medida, como lectora. Leí a las hermanas Brontë y a George Eliot. Luego llegó Emily Dickinson y su poesía, me sorprendió muchísimo su manera de entender el mundo y me hacía reír y me provocaba mucho asombro su manera de usar las palabras para dibujar imágenes en mi mente. Pero las novelas de Douglas Coupland y luego las de Paul Auster fueron las definitivas, porque me provocaron muchas ganas de escribir. Eran juguetonas y serias y absurdas y filosóficas. Sobre todo tenían una manera muy personal de contar las cosas, de narrar y de estructurar sus narraciones. Eso me encantó y de sus novelas eso aprendí. Entre muchos otros, estos autores fueron mis grandes maestros. Ah, y no debo olvidar las obras de teatro de Shakespeare que descubrí en la prepa en Inglaterra. Todavía recuerdo fragmentos completos de Romeo y Julieta y de Como les guste. En la escuela de escritores descubrí grandes libros que se sumaron a esos y cuando entendí que quería escribir para niños y adolescentes todo se conjugó muy bien.
¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?
Me convertí en lectora en la infancia, y eso agregó un elemento importante a mi vida: mucha alegría y un gusto especial por la fantasía. También descubrí en los libros que eran grandes compañeros. Además de que me salían las historias de niños y adolescentes de manera bastante natural, creo que en el fondo quería aportar algo parecido al mundo, con mucha gratitud y alegría. También confieso que me intriga cómo piensan y cómo ven el mundo. Me encanta su curiosidad, su frescura, su seguridad y su timidez ante el mundo. Es un universo de libertad y de juego y de maravillas para el lector, pero también está lleno de exigencias para el escritor. Son lectores muy exigentes y al instante captan la falta de sinceridad en el narrador y detectan las incoherencias. Me gusta mucho también que he podido rendir homenaje a algunos de mis autores favoritos en los libros para niños. El año pasado salió un libro sobre Fernando Pessoa y sus heterónimos, y hace algunos años salió una novela para adolescentes donde les presento algunas de las novelas de Jane Austen. Esa novela se llama Jane sin prejuicio. Muy pronto saldrá una biografía de Emily Dickinson para niños que escribí después de una vida entera de leerla e investigar su vida y su obra.
¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?
Creo que fue la construcción de los personajes de Jane Austen la que me impresionaba más. A través de un gesto nos hacía descubrir muchísimo acerca de quién es un personaje. También uso mucho la narración en primera persona, como lo hacía Beverly Cleary en sus novelas para adolescentes y aprendí de Douglas Coupland cómo distintos personajes cuentan la misma historia desde distintos puntos de vista, y que todo cambia. Todo depende del lugar en el que uno esté parado. Eso es un personaje: el lugar en el que está parado; cuándo y dónde nació y creció, sus gustos, su casa, su familia, sus amigos, su vocabulario, sus creencias acerca del mundo, los libros que lee y lo que no lee, y algo muy importante también es la música que ama.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?
Escribí mucho de niña, llevaba un diario y en él escribía poemas muy malos, obras de teatro, cuentos, y en mi cabeza escribí muchas novelas epistolares. Pero la primera novela, en forma, que escribí se llama Diario de un Ostión. La empecé a escribir a los diecinueve años como un cuento y creció muchísimo y salió cuando yo tenía treinta y cuatro años. Imaginé una cosmogonía divertida y una adolescente de dieciséis años que atraviesa por su primer acercamiento al mundo como ser independiente de su familia, sus primeros amores y sus primeros amigos de verdad.
Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?
Creo que no cambiaría nada. Fue mi escuela. Fue un proceso muy largo y empezó como un cuento que fue creciendo poco a poco. En todas las demás novelas y libros de cuento he encontrado cositas que cambiaría, pero de Diario de un Ostión no cambiaría nada. No porque sea perfecta la novela, porque no lo es, pero sí porque es parte de un proceso muy largo y muy bonito de aprendizaje y de mi propio crecimiento.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?
Escribo como leo: en mi cama. Me rodeo de almohadas, tengo agua al lado y a veces alguna botana y me pongo cómoda. A veces, muchas veces, pongo música y me paro a bailar. Muchas veces me levanto y me estiro o me muevo un poco.
¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?
En la escuela de escritores, los miércoles nos turnábamos para presentar algo que habíamos terminado y corregido. Nuestros compañeros y el director de la escuela opinaban acerca del texto que se presentaba. Me atreví a presentar el Diario de un Ostión. Al final, el director me pidió que hiciera los cambios que habían sugerido él y lo que consideraba útil de lo que me habían dicho mis compañeros y después de hacer esos cambios se lo envié. Algunas semanas después me dijo que él lo había enviado a Alfaguara Infantil y Juvenil y que el dictamen había sido favorable. Así fue cómo salió al mundo mi primera novela, en 2005. Me acabo de dar cuenta de que salió hace veinte años, y no lo puedo creer.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?
Saldrán libros en muchos formatos distintos. Habrá muchas más novelas gráficas y cosas que se les parezcan. Me imagino muchos textos donde no se distingue bien el género o hay mezclas de género, que es algo que viene ya sucediendo desde hace tiempo. Como hay una fascinación también con los podcasts, me imagino que como salían publicadas muchas novelas, de forma serial, en los periódicos en el Siglo XIX, así va a empezar a suceder también con los libros ahora, que saldrán en formato de audio libros en plataformas específicas para eso. También creo que la gente seguirá leyendo y los jóvenes leerán mucho más en el futuro. Hay un renacimiento de la lectura impulsada por los booktubers y las plataformas en línea donde ellos mismos escriben y se leen. Pero las librerías vuelven a llenarse y las bibliotecas más. Eso me da muchísimo gusto. Los clubes de lectura me parecen algo importante también. Leer en comunidad me parece algo precioso.
Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?
Este año, por primera vez, saldrá una traducción de uno de mis libros y eso me pone muy contenta. Estoy experimentando con formas distintas de escribir y me gusta mucho mezclar poesía, música y narrativa.
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¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?
Me encantaría que los pequeños lectores crecieran y siguieran leyendo mucho, simplemente porque alguno de mis libros les provocó ganas de buscar más y más libros. Que los adolescentes se sientan comprendidos y acompañados cuando leen alguna de mis novelas o alguno de mis cuentos. Que los adultos sientan que algo en ellos se mueve cuando leen un poema que escribí.
¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?
Pienso en las cosas que he aprendido de otros escritores, por ejemplo que escribir es seguir escribiendo a pesar de todo. Es importante no tirar cosas a la basura en un impulso, porque siempre hay algo que se puede recuperar. Hay que guardarlo para otro momento. Te será útil. Sé muy sincero contigo, sigue tu instinto, y escribe el libro que te encantaría leer.
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