POÉTICAS PERSONALES: SILVIA MOLINA


 

Silvia Molina es una de las autoras mexicanas más prestigiadas del siglo XX. Además de narradora, es ensayista y tuvo un largo periodo como editora, en particular de libro infantil y juvenil en el seno de la editorial CIDCLI. 

A Silvia le debo, además, algo que me ha acompañado toda la vida, el haberme descubierto al poeta José Carlos Becerra por medio de su novela premiada con el Xavier Villaurrutia de 1977, La mañana debe seguir gris, novela tristísima escrita en una lengua directa, pero plena de melancolía y giros estilísticos sutiles. La perdida de Becerra aquí se torna profunda y uno se conduele con Silvia y con aquel amor que no pudo ser. 

Silvia Molina es una campechana insigne (Campeche qué bellísimo lugar) y quizá de esa tesitura peninsular venga la belleza de sus textos. Estudió tanto en la Escuela Nacional de Antropología e Historia como en la Universidad Nacional Autónoma de México, Letras Hispánicas, universidad donde tiempo después daría clase de literatura mexicana y editaría innumerables libros geniales.

Silvia fue becaria del Centro Mexicano de Escritores y una de las primeras autoras nacionales en asistir al famosísimo Writing Programa de Iowa.

Otra novela suya digna de mencionarse es El amor que me juraste. En esta novela, donde el amor recobra el protagonismo, pero sobre el desamor, la autora nos hace penetrar el corazón de la protagonista, Marcela, y así podemos ser testigos de los desencuentros y encuentros, los fallos del enamoramiento, las ilusiones amorasas enfrentadas a la realidad del mundo, a su frialdad, a los designios de una sociedad que a veces resulta opresiva. 

Comparto un cuento de Silvia que podemos hallar en el ciberspacio, y que nos permite adentrarnos en su literatura y sus temáticas, en su voz particular a la hora de narrar. El cuento se titula Nightmare.  

No puedo dejar de mencionar que Silvia es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y que en su discurso de ingreso disertó sobre otra gran escritora nacional: Luisa Josefina Hernández. 

Poiesis agradece desde aquí a Silvia y la acompaña en este momento de su vida. Responder a la entrevista y honrar este espacio consagrado a las poéticas personales eleva los criterios y nos da, a los autores jóvenes y no tan jóvenes, una verdadera ruta a seguir en el mundo maravilloso de las letras. Su inteligencia es una luz especial en un país donde a veces reina la oscuridad. 

Así que los invito, amigos y lectores, a redescubrirla o descubrirla en sus novelas. Que sus lecturas siempre sean felices. 


¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Soy disléxica y aprendí a leer tarde, pero mi madre me leía todas las noches y eso me hacía no sólo sentirla cercar sino compartir un mundo lleno de emociones que me gusta vivir a su lado. Una hermana suya me contaba cuentos actuados y eso era para mí, vivir, otra vez una realidad que sólo existía en el mundo de los libros.



¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

No sabía entender lo que leía. Un hermano me hacía aprender todo de memoria. La seño Soriano, mi maestra de español en primero de secundaria me enseñó a leer y entender lo que leía. "Mira, fíjate, hay signos de interrogación. ¿Así preguntan en tu casa?" Y yo tenía que leer pronunciando bien todo. Como una encrucijada. Quería complacer a mi maestra, demostrarle que sí podía, que no era tonta. Que el duende de las letras me hacía trampas pero que cada vez lo echaba más lejos de mí.  Cuando aprendí a leer, una compañera me prestó De perfil de José Agustín y disfruté tanto la lectura que me volví lectora. Era un libro que me hablaba como uno de mis hermanos, que pasaba en mi ciudad, que hablaba como nosotros, y eso me atrapó.



¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

El primer libro que escogí fue otro de la generación mal llamada "De la onda": La princesa del Palacio de Hierro de Gustavo Sáinz. Había batallado mucho con los libros clásicos, porque no estaba preparada para leer. En cambio, estos escritores me reflejaban y reflejaban mi mundo. Después empecé a Disfrutar las novelas de Agustín Yáñez porque hablaban de un campo que yo conocía y de un mundo mexicano.



¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

No tengo ningún ritual ni ninguna técnica para leer. Viví en Francia y me gusta leer en francés a las escritoras contemporáneas. Y una de mis escritoras favoritas es Jean Rhys, que escribe sobre el borde de sí misma. Pero en general leo de todo. Me gusta también la historia, la literatura española y latinoamericana.



¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

Ahora estoy leyendo La cabeza de mi padre por recomendación de Anamari Gomís. Es muy buena lectora y maestra de literatura y siempre confío en sus recomendaciones. Es un libro que me está gustando porque la escritora es veraz y cruda. 



En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Mi primer libro publicado tuvo sí, una influencia inmediata. Acababa de leer Le temps d´un soupir de Anne Philipe. y me había atrapado el tono. La sencillez para contar, la sinceridad. y entonces traté de ser yo misma en mi escritura.


¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

Lo primero que escribí (lo rompí después) era una novelita. Fue algo natural, no escogí. Quería contar una historia. Cuando escribí mi segunda novela, la empecé como un cuento. Pero me daba cuenta que llevaba muchas páginas y no avanzaba en la historia. Una mañana leí un fragmento en un taller que daba Elena Poniatowska y ella me dijo que le gustaba la novela que yo escribía. Me quedé sorprendida y le seguí. Era La mañana debe seguir gris.


¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

Ningún personaje fue mi modelo. Mi modelo estaba todo el tiempo al alcance de la mano. Seres vivos que conocía, que me rodeaban… luego se iban haciendo autónomos. 



¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

La escritura de mi primer texto fue natural. Escribí como el burro que tocó la flauta. Luego fui aprendiendo a borrar, a buscar la palabra exacta. El oficio, pues.



Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

No tocaría el primer texto. Creo que no tendría remedio.



¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

No tengo ninguna técnica para escribir. Cuando estoy escribiendo solo pienso  en lo que hago todo el tiempo. Pero si estoy en un hoyo, leo, leo mucho hasta que empieza en mí el gusanito de la escritura.



¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Mi ingreso al mundo editorial fue por necesidad. Mis hijas crecían a pasos agigantados y quise ayudarle a mi esposo. Me ofrecieron chamba y acepté. Me formé como editora sobre la marcha y fui creciendo hasta tener mi propia editorial. Mi socia tenía una imprenta y trabajamos muchos años muy contentas, hasta que me ofrecieron ir a Bélgica como agregada cultural. Dejé la editorial y viví otras cosas.



¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

El mundo editorial seguirá igual que ahora. Grandes consorcios, ebooks, editoriales pequeñas.



Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Mi escritura está en función de lo que escribo. De mi mundo. De las exigencias de mis propios textos. No de modas.



¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

De me hace un poco pretencioso decir “mi legado”.  Soy contadora de historias y me basta cuando me leen y gustan mis historias. Me escriben lectores tanto niños como adultos y trato de mejorar para ellos.


¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Como todo en la vida la escritura implica lectura, soledad y trabajo. Mucho trabajo.  He dado talleres y en ellos insisto que lo primero es encontrar la voz propia. 

 

Comentarios

  1. Que padre blog y que dulce entrevista. La disfruté como sus textos . Me encantó que se coló o fue a propósito la “errata” donde dice “ el duende de las letras me hacía traPas” .

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  2. Hola, gracias por leer y por tu comentario. Y es que ese duende de las letras hace trampas a cada rato y las erratas se multiplican ;)

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