POÉTICAS PERSONALES: MIGUEL LUPIÁN
Para festejar la víspera de todas las almas (All hallows's eve), el Samhain celta o los días de los fieles difuntos, festividad que ha retomado fuerza en el México contemporáneo, nadie mejor que Miguel Lupián en POIESIS.
Primero lo esencial: nacido en la CDMX, estudios profesionales de Médico Veterinario, desvío del destino hacia el Diplomado de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción de la Universidad del Claustro de Sor Juana, después alumno de la SOGEM y de la EME, asimismo estudiante de la Universidad de Miskatonic de la ciudad Arkham, donde profundizó sus conocimientos en mitología de los dioses antiguos.
Su obra, como constata el ciberespacio, es poliforme y múltiple. Debo señalar forzosamente: Efímera, Mortinatos, Trilogía Cthulhu, La muerte chiquita, El visitante, La maniobra de Heimlich, Los niños de Arkham, El empalme de los Gnomos (descargable de Paraíso Perdido), Anímula, historias diminutos soñadas por madame Vulpes e Historia de Espiralia (dentro de la LIJ).
Muchos también lo conocen como el cofundador y director de Penumbria: revista fantástica para leer en el ocaso, que lleva ya cincuenta y cuatro ejemplares (el último titulado Cementerio de Mascotas) donde se reúne la muestra más prolífica de literatura fantástica, cifi y de horror escrita por autores consagrados y noveles, muchos que ven con su entrada a la ciudad del otoño perpetuo un aliciente para leer y escribir más, afinar sus plumas y destilar una tinta oscura del color de la sangre.
En lo personal, y sin conocerlo en carne, le tengo una admiración tremenda. Nos une Ricardo Bernal (él con mayor cercanía, yo tan sólo un Diplomado sobre Animación Fantástica y un ciclo de charlas en conjunto con la excelente Doris Camarena), un amor por los felinos y una afición por el horror cósmico.
La primera vez que escuché su nombre, de hecho, fue justamente vía Lovecraft, uno de los padres del género literario. En algún taller de narrativa, leía yo, antes de que llegara el tallerista, La llamada de Chtulhu, cuando un compañero dijo: ¿ubicas a Lupián?
Después de que me platicara brevemente de él (si no me falla la memoria me dijo que tenía un libro sobre la ciudad de Arkham, ciudad lovecraftiana por excelencia, ciudad del asilo mental de los enemigos de Batman), me quedó grabado su nombre en mi memoria. Me pareció curioso su apellido. De inmediato lo asocié con lupus, el lobo, animal de los bosques fríos, animal salvaje y solitario, feroz, ojos en la noche oscura, ojos que acechan a su presa, a la caperucita incauta. Pensé: qué genial escribir horror y llamarse así, ahí hay un signo.
Me encontré después su Trilogía Cthulhu en La tinta del silencio. Las ilustraciones se desplegaban en el pliego, desdoblándose lentamente, revelando al dios acuático. Volúmenes artesanales que merecían mis pesos.
Recientemente me hice de dos de sus libros: Anímula, historias diminutos soñadas por Madame Vulpes y Metal caído del cielo.
En ambos encontramos su prosa límpida, tendiente a la microficción, o a la novela en capítulos escuetos (les llama micronovela) donde su imaginación desborda, va de Lovecraft a Machen a Ligotti a Tario, a las películas serie B, el Santo o Freddy Krueger, el cine de horror europeo, Hitchcock, John Carpenter y George Romero, Tobe Hooper, Argento, Lynch, Cronemberg, Clive Barker o del Toro.
Agradezco la faceta pedagógica de Miguel, aka Mortinatos (genial heterónomo) porque a mí, y sin duda a muchos, nos ha descubierto autores valiosos que no tenían la difusión merecida. El caso de Emiliano González, con quien Lupián tenía una relación entrañable de maestro-discípulo, es un ejemplo paradigmático.
Por él seguro conocí el libro Los sueños de la bella durmiente, donde figura Rudisbroek o los autómatas, quizá uno de los más excelsos cuentos góticos de la literatura mexicana de todos los tiempos. Recientemente se ha reeditado este libro con un prólogo de Lupián y es una joya que todo lector de lo fantástico debe leer.
Que sus lecturas sean felices.
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¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y
de los libros?
En casa, mamá
siempre se preocupó de que mi hermana y yo tuviéramos libros a la mano, sobre
todo enciclopedias; pero recuerdo con mucho cariño la vez que me regaló la
versión ilustrada de La isla del tesoro
de Robert Louis Stevenson. ¡Quedé fascinado!
¿Cuál dirías que fue la razón principal que
te convirtió en lector?
La capacidad de
transportarte a otros mundos, a otros tiempos, a otras formas de pensar... y de
sentir todo tipo de emociones con sólo pasar las páginas; sentir miedo, pero
estar a salvo.
¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído
por elección propia?
Visité la
pequeña librería que había por mi casa para conseguir Arráncame la vida, que nos habían dejado leer en la escuela (¿a
quién se le ocurre ponerte a leer eso de muy joven?), y en una de las mesas me
guiñó el ojo Tiempo lunar de Mauricio
Molina. Tanto su nombre como la portada, que parecía salida de una caricatura,
me estremecieron y terminé llevándomelo también.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica
específica para leer?
Prefiero que
haya el mayor silencio posible, pero también puedo aislarme y leer en el
transporte público. No me gusta subrayar los libros, pero los lleno de post-its. Siempre cargo una libretita de
reseñas, para ir apuntando mis impresiones. Y antes de dormir (en la comodidad
de mi cama, en la oscuridad total y rodeado de mis gathijas) me gusta leer
libros electrónicos en mi teléfono.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir
dicho texto?
Estoy releyendo
todos los libros de Emiliano González (así como ensayos y tesis sobre su obra),
por el taller que ahora mismo estoy impartiendo. Pero acabo de terminar Después del exilio de Jazmín García (una
verdadera maravilla de ciencia ficción y terror) y estoy por empezar Maldita de Raquel Hoyos. Estoy en
constante búsqueda (por gusto personal y por mi labor como director de
Penumbria) de autor@s jóvenes que escriban de temas fantásticos.
En tu formación como escritor, ¿qué
libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?
Han sido varios,
pero sin duda el que más me ha influenciado, tanto en la parte personal como en
la académica y creativa, ha sido Emiliano González. Su erudición, su amor por
lo fantástico y su generosidad me marcaron y motivaron para seguir escribiendo
sobre estos temas.
¿Cómo te decantaste por el género
favorecido por ti a la hora de escribir?
Emiliano
González decía que uno no elige ser un uncanny
writer, simplemente es lo sale de nuestras plumas. Coincido. Además, lo
fantástico/terrorífico me ha permitido cruzar los umbrales para explorar mis
miedos y obsesiones.
¿Qué personaje literario ha marcado tu
construcción de personajes y cómo ha sido eso?
Soy más de
atmósferas que de personajes, pero siempre me ha fascinado la imagen del
autómata, de la marioneta; de las personas rotas, enfrentadas a su propia
vulnerabilidad y resignadas a su trágico destino.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer
texto?
En la carrera
(que no fue Letras, obviamente) el profesor de Genética nos dejó escribir un
cuento con los temas que vimos en el mes (el mío fue una space opera estilo Starship Troopers).
En ese momento me di cuenta que tenía la facilidad para contar historias, pues
tanto el profesor como mis compañeros lo elogiaron.
Si pudieras reescribir tu primer texto,
¿qué harías diferente/igual y por qué?
He intentando
reescribirlos, pero siento que ya soy otra persona. Muy pocos han sido
rescatados. Con el tiempo he ido mejorando mi redacción, aprendiendo sobre
estructuras y soy más consciente de lo que quiero transmitir. Sin embargo,
extraño esa encantadora ingenuidad de mis primeros textos.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica
específica para escribir?
Todas las ideas,
premisas, sentimientos, frases y/o imágenes las apunto en libretitas. Cuando
siento que ya tengo la información suficiente para poder contar una historia
(esto puede tardar varias semanas o meses), prendo la computadora y hago una
escaleta, que desarrollaré hasta tener una primera versión (esto también suele
tardar). Dejo reposar el texto algunos días y lo edito con ojos más frescos y
severos.
¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?
Tocando puertas.
Cada vez que leo un libro que me gusta, busco a la editorial; reviso su
catálogo para ver si mi obra es propicia y veo si tienen convocatorias abiertas
o las contacto directamente para saber si aceptan manuscritos para dictamen.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en
los siguientes años?
Me gusta pensar
que las editoriales independientes cobrarán más importancia, pues la literatura
más propositiva y honesta en nuestro país se encuentra justo ahí. Y anhelo que
los proyectos fantásticos/terroríficos dejen de lado sus egos y se unan, para
tener mayor presencia.
Dadas las posibilidades editoriales
futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus
perspectivas/alcances?
Llevo años
utilizando diferentes plataformas sociales para acercar mi obra a otro tipo de
lectores. Sin embargo, me gustaría aprender programación para poder jugar con
hibridaciones visuales y auditivas.
¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la
literatura?
No pienso en
eso; yo sólo quiero seguir contando historias que conecten con el lector.
¿Qué le recomendarías a un autor que apenas
comienza y que te ve como inspiración?
Leer e
investigar mucho sobre el género del que se quiere escribir. Ser honesto con
las emociones y abrirse a nuevas ideas. No desistir ante los primeros rechazos
y tener en cuenta los consejos y sugerencias. No desesperarse ante la “hoja en
blanco”; siempre estamos escribiendo en la mente. Alimentarse de otras
expresiones artísticas (cine, música, pintura, etc.). Y tener paciencia, mucha
paciencia.
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