POÉTICAS PERSONALES: BEATRIZ PÉREZ PEREDA
Pero, como Bolaño, a muchos también un día la poesía se nos cae de la prioridad, pasa a un segundo plano, o se vuelve totalmente personal, escrita para sí mismo, secreta y silente. Eso me ha pasado.
Por eso admiro mucho a quienes no cesan en su primera vocación poética, el verso como expresión pura de su interioridad, su emoción, su inteligencia.
En ese sentido admiro a Beatriz Pérez Pereda, poeta tabasqueña, ganadora de diversos premios reconocidos, porque la poesía no la ha abandonado. Al contrario, se ha arrojado a ella con la convicción de que jamás caerá, que se elevará en cambio por los cielos de la palabra justa y bella.
De su texto Poética, nos encontramos esta revelación: "Nací en una tierra rodeada de agua, con inviernos de 30º y veranos de 40º. Los héroes de Salgari, Dumas y Verne llenaron mi infancia en ese marasmo tropical y me hicieron soñar con barcos y aventuras. Después llegó la poesía y la convicción de que era mi manera de enfrentarme y comunicarme con el mundo, mi forma de decir las cosas que de otra manera no podría y que relegadas al silencio serían insoportables."
De los poemas que le conozco, muchos hallados como piedras preciosas en la minería del ciberespacio, además de su poemario La impaciencia de la hoguera, puedo decir que el amor es una constante, un amor no siempre feliz, inconcluso, lejano, en ocasiones doliente, un amor que hace frente al desamor, que es la potencia de la vida y de dos cuerpos que se encuentran como una ola lo hace con la arena, titubeante acaso, devastador quizá. Amor que avanza y se repliega en las palpitaciones de la sangre.
Ella misma, aludiendo a Rilke, reconoce que escribir de amor es un riesgo, pero su escritura parte de la experiencia, las vivencias personales y colectivas que la han marcado y le han conformado la identidad, y en esta búsqueda, en esa creación que nunca cesa, el amor es la faceta brillante de un diamante de muchos rostros.
Recientemente, Beatriz se hizo con el Premio de Poesía Dolores Castro, en su poemario, si bien los temas se mantienen: el amor, la muerte, la vida; podemos descubrir las nuevas exploraciones que adopta su lírica, la hibridación de temáticas, la ciencia y el arte. En esta veta Beatriz se emparenta con otras poetas contemporáneas como Elisa Díaz Castelo y, me atrevo a decir, ahondan los senderos trazados por Gerardo Deniz.
Así, de Habitación en sombras, leemos:
Quizás allá tú me estás amando
y yo finjo que no
porque en dos billones de galaxias
me es difícil creer que hay una
desde donde yo te escriba con indiferencia
Pero no quiero ser cursi
Universal Science nunca mencionó esa posibilidad.
Que sus lecturas sean felices.
〰
¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y
de los libros?
Los libros en mi
casa eran un premio. Por lo menos así fue en mi infancia, había pocos, y aún
más pocos los que eran para niños, pero cuando era pequeña me decían: si te
portas bien, si comes toda la comida, si tomas la medicina, podrás jugar con
los libros. Entonces los libros empezaron a ser algo especial, un premio, algo
deseado. Para mí era una ocasión de fiesta poder hojear los libros, ver las
ilustraciones, y cuando aún no sabía leer, ver esa maraña de garabatos negros
que me decían contaban una historia. Y esa sorpresa, esa magia, ese deseo por
lo libros es la emoción más duradera en mi vida.
¿Cuál dirías que fue la razón principal que
te convirtió en lector?
El placer y la
fuga. Los libros siempre me gustaron, no sé si aplique el término, pero mi
gusto por ellos fue natural, intuitivo, nadie me obligó nunca a leer, recuerdo
que incluso los libros de texto de la escuela me emocionaban, creo me gustaba
saber, es decir, el conocimiento, que motivaran mi imaginación, desde entonces
yo siempre andaba leyendo todo lo que cayera en mis manos. Luego, la lectura se
convirtió en mi universo personal, un lugar, espacio, donde era feliz, me
sentía libre… La frase de Bioy Casares, Siempre creo que voy a solucionar
todo yéndome, me viene bien, pero ese irme, esos lugares a donde me voy
para huir del ruido del mundo son los libros, eso es lo que me ha hecho ser una
lectora: el placer y la posibilidad de la fuga que me dan los libros.
¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído
por elección propia?
En la primaria
leía cuentos para niños que había en mi casa, el libro de español lecturas y
algunos ejemplares de esa mítica publicación Joyas de la literatura, que
adaptada grandes clásicos y que vendían en los puestos de revistas, en mi casa
había varias de éstas, pero el primer libro que elegí como tal fue resultado de
una tarea que me dejaron en la escuela, me pidieron llevar un soneto, yo no
tenía idea de que era esto, así que fui a la biblioteca de la escuela y pedí un
libro de sonetos, la bibliotecaria me dio un ejemplar de los sonetos de
Shakespeare y uno de una fantástica poeta tabasqueña: Alicia Delaval (una poeta
tristemente no muy leída pero que incluso fue elogiada por Abigael Bohórquez),
yo quedé muy impresionada, era mi primer acercamiento con la poesía y no hubo
retorno, quedé embelesada del sonido, de ver las mismas palabras de siempre
dispuestas de otro modo, diciendo otras cosas. Después de esa tarea fui a la biblioteca
pública y en la sala infantil mi primer préstamo fue la adaptación para niños
de las obras de Shakespeare hecha por los hermanos Mary y Charles Lamb, Shakespeare
cuenta… editado en ese maravillosa colección de Austral Juvenil de
Espasa-Calpe.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica
específica para leer?
No, pero tiene
que ser en la comodidad, casi no puedo leer sentada o en un escritorio, tiene
que ser en mi sofá o en mi cama, o una mecedora, a veces con un café o té. Es
un cliché, o quizá mi sueño burgués, pero mi ideal sí sería tener una casa en
la playa y leer con el sonido del mar de fondo. Antes de la pandemia solo leía
en papel, ahora leo mucho más en digital, le he agarrado el gusto y he
descubierto que hay muchos libros que circulan en epub, pdf, etc., que son una
maravilla.
¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir
dicho texto?
No leo un solo libro a la vez, casi siempre
estoy leyendo algo de poesía y un libro de cuentos o una novela, justo ahora
estoy leyendo Un tlacuache salvó este libro del fuego, de Daniela L.
Guzmán, que es una narradora increíble con una imaginación poco convencional y
por lo mismo maravillosa. También estoy leyendo Sendero de suicidas, de Rubén Rivera
García, el ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes de este año.
En tu formación como escritor, ¿qué
libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?
Han sido varios libros y varios escritores, por
ejemplo, la poeta Elva Macías me regaló la obra completa de Alejandra Pizarnik
cuando yo tenía 20 años y fue un descubrimiento trascendental en mi vida,
incluso escribí un poemario Memoria de Alejandra, donde pongo por
escrito mi fascinación por Pizarnik y su poesía. Otro libro de poesía
fundamental para mí fue La hora y el sitio y Bajo llave, del poeta
Guillermo Fernández, este fue otro hallazgo en la biblioteca pública, la
poética de Fernández es importantísima para mí, es uno de mis poetas favoritos.
También pasa que leo mucha narrativa, Truman Capote es de mis favoritos, me encantan
sus cuentos, por ejemplo me fascina cómo sus personajes niños son entrañables,
creo que la capacidad de Capote para retratar la bondad en los infantes es algo
de lo que no se habla lo suficiente, sus Cuentos completos y libros como
Música para camaleones, Color local o Retratos, que no
decir de A sangre fría, son libros a los que regreso constantemente.
Alice Munro es otra autora de la que casi he leído todos sus libros, el primer
cuento que leí de ella, Dimensiones, que viene en el libro Demasiada felicidad,
fue un disparo a mi corazón, desde entonces no he parado de leerla, su
narrativa tiene muchas virtudes, además de que revitalizó al cuento como género,
en cuanto a no ceñirlo a un extensión breve.
¿Cómo te decantaste por el género
favorecido por ti a la hora de escribir?
Me gusta pensar
que la poesía me eligió, en cuento a que es un destino, una vocación, yo no
“decidí ser poeta”, solo un día me di cuenta de que lo era y que si había algo
cierto en mi vida es que quería escribir poesía y escribirla todo el tiempo que
fuera posible. Nunca sé cuál será el último poema, el último libro, pero sí sé
(o intuyo) que la poesía es algo que estará conmigo hasta mi muerte, porque no
es solo escribir poemas, “ser poeta” es también una forma de habitar, de estar
en el mundo, es una mirada, una forma de ver, sentir y entender la realidad.
¿Cómo sucedió la escritura de tu primer
texto?
No lo recuerdo,
no nítidamente, recuerdo que tenía una libreta de niña, rosa, con calcomanías,
donde copiaba versos o canciones, y que jugaba a cambiar palabras, o copiando
el ritmo, inventar otras versiones. Esos fueron mis primeros textos, lo que me
recuerda la importancia del “plagio” consciente o dirigido como parte de los
ejercicios para aprender a escribir.
Si pudieras reescribir tu primer texto,
¿qué harías diferente/igual y por qué?
Gran parte del
oficio de escritor es corregir y eso implica reescribir, sin embargo, en mi
caso, una vez que el texto ha salido a la luz, que ha sido publicado, no vuelvo
a él con afán de ver cómo cambiarlo o como “mejorarlo”. Cuando un texto está
publicado siento que se ha ido de mí, o más bien que está viviendo otra etapa
lejos de mí, me gusta creer que hice todo lo posible por escribirlo “bien”, que
el texto es de cierta manera porque así tenía que ser, y que debo dejarlo en
paz, soltarlo, e intentar otras cosas en otros textos. Por eso, si pudiera
reescribir cualquiera de mis textos, por lo menos hasta ahora, los dejaría
igual.
¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica
específica para escribir?
Me gusta
escribir con o en silencio, por ello casi siempre escribo o muy de mañana o muy
de noche, cuando sé que no habrá mucho ruido o que no tendré interrupciones.
Escribo a mano en libretas de distintos tamaños, lo del lapicero o pluma es una
especie de superstición porque si empiezo a escribir algo, algo que tengo la
intuición de que será un libro o mínimo una serie de poemas, tengo que escribir
todo ese libro o esa serie con el mismo lapicero, si agarro otro siento que no
es igual y si se me llega a perder siento que debo iniciar de nuevo, con otra
pluma. Parece una tontería pero así me pasa, lo bueno es que casi no pierdo los
lapiceros. Cuando he escrito algún ensayo, una reseña, etc., cualquier otro
tipo de texto que no es un poema sí, puedo escribirlo directamente en la computadora.
Para el poema necesito el contacto del papel, y que me duela el cayo del dedo
cordial o medio de mi mano izquierda.
¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?
Cuando empecé a
escribir “en serio” o por lo menos cuando sentí la necesidad o el deseo de ver
publicado mis poemas, no tenía muy claro cómo hacerlo. Además, en los talleres
literarios a los que asistía era común el dicho de que nadie publicaba poesía,
que es el género que menos se lee, etc. Luego, un día en la universidad, vi la
convocatoria de un concurso de poesía, el premio incluía la publicación, así
que envié mis poemas, en esa ocasión gané el Premio de Poesía Rosario
Castellanos que da la Universidad Autónoma de Yucatán, y así es como he
publicado todos mis libros: enviando a concursos; tal vez sea un proceso
desgastante en el sentido que no se gana a la primera, y que si no tienes una voluntad férrea puedes
desanimarte, pero tampoco soy muy buena en las relaciones públicas ni vengo de
una familia de escritores que me hayan mostrado o allanado el camino, por eso enviar a concursos mis
libros ha sido la opción para mí.
¿Cómo imaginas el mundo de la edición en
los siguientes años?
Antes de la
pandemia yo leí casi todo en papel, rara vez leía en la computadora o en la
tableta, considero que una de las cosas, de las muchas cosas que cambiaron en
esta pandemia fue que se generalizó la lectura en digital, el acceso al libro
en otros formatos no tradicionales, creo que por ese camino seguirá además de,
así lo espero, el surgimiento de editoriales no tradicionales como el trabajo
que está haciendo Odo Ediciones, o Pensar la doméstico, por ejemplo.
Dadas las posibilidades editoriales
futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus
perspectivas/alcances? No lo sé,
pienso que mientras siga escribiendo los temas y las formas de mis poemas quizá
vayan cambiando a la par que mis intereses artísticos. No es algo que piense
con demasiada antelación, cuando el poema aparece frente a mí, se van gestando
las cosas, un paso a la vez. Por ejemplo, me gusta mucho la ciencia, leer sobre
divulgación científica, y creo que alguno de mis próximos libros estará cruzado
por esos temas, sobre todo de la física, los viajes espaciales, quizá eso me
lleve a experimentar con las formas, los géneros híbridos, las intervenciones
en el texto. Yo espero que sí, ya veremos qué dice la poesía.
¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la
literatura?
Me gustaría
escribir por lo menos un par de poemas que conmovieran a alguna persona. Que en
muchos años, cuando yo ya no esté aquí, alguien (así como yo alguna vez entré
por primera vez a una biblioteca), se tropiece con un libro mío y al abrirlo
encuentre un par de versos que la conmuevan, que la hagan soñar, reír, o
acompañarla en un momento doloroso, creo eso es más que suficiente, porque es
justo lo que la literatura en general ha sido para mí.
¿Qué le recomendarías a un autor que apenas
comienza y que te ve como inspiración? Que lea todo lo que pueda, mientras pueda, la vida adulta nos llega demasiado
pronto, el mundo y sus obligaciones nos acechan siempre, yo recuerdo con cierta
nostalgia mis lecturas de adolescente principalmente, donde había mucho placer
y despreocupación y donde el cansancio rara vez aparecía. Creo la adolescencia,
la primera juventud, es una época fantástica para leer y construir nuestro
imaginario personalísimo. A un autor que comienza yo le diría que lea todo lo
que quiera y pueda, sin censuras, que se maraville con todas las historias y
versos que pueda, la lectura es el mejor maestro para aprender a escribir.
Comentarios
Publicar un comentario