POÉTICAS PERSONALES: ALEJANDRO CARRILLO



Quiero creer que todos conocimos a Alejandro Carrillo cuando ganó el II Premio Mauricio Achar por su novela Adiós, Dylan

Al menos para mí su nombre apareció en mi horizonte lector en un pasillo de la librería Gandhi, casi al tirar la pila del premio. 

El título de la novela, para los amantes de Bob Dylan como yo, les despierta de inmediato la imaginación y la curiosidad. La portada, con ese ojo donde la figura de Dylan se refleja en la pupila, evoca los discos de su etapa eléctrica. Desde el primer párrafo ya nos encontramos en el universo lírico de Zimmerman, alusiones que puntúan los momentos clave de la historia, a la manera de High Fidelity de Hornby, influencia propia de Alejandro. 

Curioso también que la novela, publicada en 2016, se alzara con el galardón en el mismo año en que Dylan lo hacía con el Nobel de Literatura, controvertido, sin duda, pero inaugurando una etapa de ese premio y llamando la atención de todo el mundo literario. (Supongo que así fue también para Carrillo con su entrada al mundo editorial, un premio como llave de puertas casi siempre selladas). 

De la novela podría decir que es una novela de amor, de un primer amor y de las fantasías y las tragedias que eso conlleva, un amor imaginado, idealizado, descarnado, tóxico, sexual, crudo y desaforado propio de los amores adolescentes, aderezado por la música y la rebeldía, el alcohol y las drogas. Pero sobre todo es un amor hacia el ídolo, Dylan, que con su música y sus letras acompaña la vida, el enamoramiento de lo que causa una canción escuchada en el momento justo, el momento exacto donde la euforia empata con el ritmo, la melodía, el gozo supremo de saberse cantado, y de cómo los cambios, quizá la maduración, nos desenamora de esos momentos fugaces, juegos de artificio, que creímos durarían por siempre, y que ahora son sólo un recuerdo, humo que se eleva sin dejar hollín. 

Otra cosa que me emparenta con Carrillo, además del Beat del que es fiel seguidor, es su afición por los deportes de contacto. Para él el kickboxing, en mi caso el box. De hecho, confieso que quise participar en su extinto? taller Pelea y Escribe, donde el entrenamiento pugilístico alternaba con el taller de creación literaria. El destino tuvo para mí otro camino al llevarme fuera del país, pero me gustaba saber que ese taller existía y que era único. Coincido que la escritura algo tiene de combate, el encontrar en el contrincante, el lector, el punto débil por donde atacarlo con la historia, conectarle el gancho que lo mantenga pegado a las letras, ávido de seguir, curioso a muerte. 

Sospecho que Alejandro tiene cantidad de historias inéditas en el tintero, pero por ahora recomiendo que vayan a su blog/comunidad Tinta Chida donde encontrarán artículos sobre escritura y el oficio de escribir que además de útiles emocionan con su desparpajo. 

Que sus lecturas sean felices.

¿Cómo fue tu descubrimiento de la lectura y de los libros?

Por mi mamá. Nos leía en las noches. Nos llevaba a las ferias del libro infantil desde bien chiquitos; crecí entre libros por ella.

 

¿Cuál dirías que fue la razón principal que te convirtió en lector?

Que alguien, mi mamá, me abriera la puerta y me asomara a ese mundo; una vez cruzado el umbral, era difícil no quedarme ahí. Que se abrieran las puertas correctas, las más asombrosas y no alguna obligatoria o aburrida fue lo que hizo que me quedara de ese lado.

 

¿Recuerdas qué te atrajo del primer libro leído por elección propia?

La hormonas, la independencia, las ganas de encontrarme y elegir: buscar en el gran librero del cuarto del fondo algo que no me hubieran recomendado y que llamara mi atención.

 

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para leer?

No, ninguno. Prefiero hacerlo en la noche. Cuando no hay ruido, a veces, dependiendo del libro, con música.

 

¿Qué lees ahora y qué te llevó a elegir dicho texto?

El diccionario Jázaro de Milorad Pavic. Todo el año (gracias a la pandilla de lectores de Tinta Chida) he estado leyendo a Pavic. Empecé por Pieza única, y me seguí con 7 pecados, El segundo cuerpo y ahorita el Diccionario Jázaro.

 

En tu formación como escritor, ¿qué libro/escritor ha tenido mayor influencia en tu obra y por qué?

Bret Easton Ellis, en cuanto a forma, estilo, velocidad. Nick Hornby, en cuanto a la mezcla de lo pop, lo actual, con lo humano. Jack Kerouac, por la potencia, vitalidad, ritmo, poesía.

 

¿Cómo te decantaste por el género favorecido por ti a la hora de escribir?

No creo que haya sido una decisión consciente. Escribir historias es lo que empecé haciendo y después me di cuenta que eso era narrativa. Ya más tarde le entré a la poesía y otras ondas, pero descubrir historias gracias a la escritura siempre ha sido lo más cercano para mí.

 

¿Qué personaje literario ha marcado tu construcción de personajes y cómo ha sido eso?

Holden Caulfield, aunque lo leí después de Adiós a Dylan. Tal vez Patrick Bateman. Pero no construyo un personaje conscientemente, más bien trato de descubrirlo.

  

¿Cómo sucedió la escritura de tu primer texto?

¿El primero el primero? Uffff, fue un cuento, como a los 12 años.  Yo creo que lo que me hizo saltar a él fueron las ganas de ser, de expresar algo mío, y de compartirlo; las ganas de formarme, de crearme.

 

Si pudieras reescribir tu primer texto, ¿qué harías diferente/igual y por qué?

Jeje, creo que ese primer cuento lo reescribiría completamente… lo único que trataría de dejar es la vitalidad, las ganas que había atrás del cuento, la frescura a pesar de la inocencia.

  

¿Tienes algún ritual/preferencia/técnica específica para escribir?

Prepararme un café, a lo mejor un cigarro, oír alguna canción relacionada; dependiendo del momento de la historia, tirarme al piso y tratar de descubrir qué pasa en ese mundo que traduzco, qué imágenes veo.

  

¿Cómo sucedió tu ingreso al mundo editorial?

Al ganar el premio Mauricio Achar. Antes de eso no tenía ningún contacto.

  

¿Cómo imaginas el mundo de la edición en los siguientes años?

No creo que cambié mucho, salvo las tendencias que vemos de audiolibros y formatos digitales; por otro lado creo que habrán nuevas editoriales independientes, que aprendan nuevas formas de encontrar as su público, sin necesidad de las grandes editoriales.

 

Dadas las posibilidades editoriales futuras, ¿crees que tu propia obra tendrá un cambio sustancial en sus perspectivas/alcances?

Me gustaría explorar esas nuevas posibilidades, medios, formatos; no creo que la obra se transforme per se, pero sí el modo en el que interactúa con los lectores.

 

¿Cuál quisieras que fuera tu legado en la literatura?

No me preocupa tener ningún legado. En verdad, no lo digo de dientes para afuera. Cualquier cosa que pase después de que yo no esté aquí, no es cosa mía. ¿Yo pa qué me preocupo si ya ni voy a estar aquí? Acaso lo que me gustaría sería que mi “legado” dejara muchas regalías para que mi familia se apoyara de ese dinero.

 

¿Qué le recomendarías a un autor que apenas comienza y que te ve como inspiración?

Qué escriba para encontrarse, no para encontrar algo allá afuera.

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