OBRA EN EL CIBERESPACIO: LOS ÁNGELES ES UNA ESCENA DEL CRIMEN
Desde que entré a la Educación Secundaria, tomé conciencia del placer intelectual (físico ya no tanto porque las horas-nalga se acumulan) que experimentaba al leer y escribir.
Desde un poco antes, lo que antes se manifestaba como pequeños cómics, con mis dibujos pobres, o pensamientos, versos y estrofas sueltos en los cuadernos escolares, tomó forma en pequeños sonetos o cuentos breves que redactaba cuando el aburrimiento de ciertas clases se apoderaba de mí. Entrar en ese mundo ficcional me elevaba el alma y poco a poco se convirtió en una actividad diaria y seria.
Ya en la Educación Media, tuve plena certeza de que quería proseguir por esta ruta, dedicarme a leer, escribir y publicar libros.
Sin duda esto viene de ser lector, primero por imitación de mi abuelo, que poseía una biblioteca bien surtida que crecía cada semana.
También porque mi familia nunca negó comprarme un cómic en algún puesto de revista cada vez que tuve ese gusto, aunque muchos los conseguía mi abuelo con sus amigos, a quienes se los encargaba cuando andaban de viaje, o que el mismo me traía: Batman, Archie, TMNT, X-Men, Swamp Thing, Watchmen, The Sandman, Love and rockets, Bone, Maus, Clásicos ilustrados, Memin Pinguín, La familia Burrón, Pulgarcito, TioVivo, Mortadelo y Filemon, Zipi y Zape, 13 rue de Percebe, Tintin, Astérix, L'Incal, Spirou, Corto Maltese, Les Schtroumpfs, Métal Hurlant; para nombrar a todos los que me vienen a la memoria ahora (soy, quizá, a la par de la poesía, lector de cómics) con los que pasé largas horas de gozo total.
Empecé, como muchos jóvenes, en la poesía, mi primer poema serio: Los reinos negros, inspirado por el fallecimiento de mi abuelo, que logré publicar a los 17 años en la editorial de la universidad con un tiraje de 300 ejemplares, de los que no conservo, tristemente, más que el manuscrito original. Quizá algún lo haga plaquette digital y lo ponga por aquí.
Como tuve una educación entre México y Francia, mi producción sufrió un cambio importante. Para los 20 años escribía ya mucho cuento corto, de una o hasta siete páginas, y mi poesía era ahora, y sigue siendo, casi del tipo místico o metafísico. Supongo que así ya se quedará para siempre.
Desde que comencé con la prosa, siempre he escrito en cualquier género: realista, noir, cifi, fantasía y horror (sobre todo del tipo Lovecraftiano, más tarde Macheniano y Ligottiano, aunque la verdad no sabría si en este estilo mis cuentos sean buenos porque ha sido mi producción más secreta y casi no ha visto ojos ajenos).
Los Ángeles es una escena del crimen son cuatro cuentos hermanados por el personaje del detective (que nunca nombré porque no hallé un nombre que me pareciera detectivesco en ese momento), migrante mexicano en Los Ángeles y que trabaja por encargo de Rodríguez, otro americano-mexicano que busca la justicia social y que toma bajo su tutela al héroe de las historias.
Los cuatro cuentos, que me vinieron uno tras otro en el periodo de un mes, han sido la escritura más natural y repentina que he tenido. Fueron escritos de manera enduendada, poseída por un halo de inspiración que no se ha repetido hasta hoy, sólo atisbos, y que generé con un afán de divertimento puro, y cada uno de ellos, salvo Helter Skelter que salió de un trazo, no tuvieron más de una sola reescritura de revisión, ajustes aquí y allá.
Ahora que los releo, halló fallas que corregiría, pero también disfruto esos errorcillos novatos que le dan, a mí parecer, cierta inocencia y arrojo.
Los cuentos los presenté a concurso en el Fondo Editorial del Instituto Mexiquense de Cultura y tuvieron la fortuna de salir seleccionados. Fueron publicados en la Colección: Piedra de fundación, en el año 2012, un mes después de la publicación de mi primera novela juvenil: Luciérnagas en el desierto, publicada por Bambú de Barcelona.
Ese año, que los mayas profetizaban como el fin de todo, fue para mí el inicio de mi "carrera profesional" de escritor. Quiero creer que por tener dos libros de un golpe fue un paso seguro y cierto en mi deseo de dedicarme a leer y escribir. Lo sigo haciéndolo y no dudo que así será hasta lograr esta meta de dedicarme exclusivamente a ello.
Los Ángeles es una escena del crimen tuvo un tiraje de 1000 ejemplares que se agotó en seis meses (yo personalmente vendí 700 ejemplares en las presentaciones que gestioné a lo largo de tres meses).
Por ser una editorial cultural nunca tuvo reedición, pero en 2015 hallé mi libro pirateado en pdf en un popular sitio de libros digitales. Como pude lo descargué y ahora lo distribuyo de esta forma entre mis alumnos, conocidos y lectores que se me crucen.
Lo pongo otra vez aquí a disposición de todos para su libre descarga y su libre distribución. Es el scan fidedigno de esa primera edición, que incluye el prólogo de Mauricio Carrera, prolífico escritor mexicano que fue mi maestro en un taller de la Escuela de Escritores del Estado de México y al que agradezco infinitamente su generosidad, y portada en acuarela de Daniel Báez.
Descárguenlo aquí y rólenlo 👉 libro pdf.
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